Daniel 10:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 20086 Su cuerpo brillaba como topacio; su cara resplandecía como el relámpago y sus ojos eran como antorchas de fuego; sus brazos y pies brillaban como el bronce pulido, y su voz era como el rugido de una vasta multitud de gente. Féach an chaibidilTuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 19606 Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. Féach an chaibidilBiblia Nueva Traducción Viviente6 Su cuerpo tenía el aspecto de una piedra preciosa. Su cara destellaba como un rayo y sus ojos ardían como antorchas. Sus brazos y sus pies brillaban como el bronce pulido y su voz era como el bramido de una enorme multitud. Féach an chaibidilBiblia Católica (Latinoamericana)6 Su cuerpo parecía de piedras preciosas, su rostro tenía el aspecto del rayo; sus ojos eran como lámparas encendidas, sus brazos y sus piernas brillaban como el bronce bruñido y sus palabras resonaban como el estruendo de una muchedumbre. Féach an chaibidilLa Biblia Textual 3a Edicion6 Su cuerpo era como un crisólito, su rostro como un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego. Sus brazos y pies tenían la refulgencia del bronce incandescente, y el sonido de sus palabras era como el estruendo de una multitud. Féach an chaibidilBiblia Serafín de Ausejo 19756 Su cuerpo era como crisólito, su rostro parecia un relámpago, sus ojos como antorchas encendidas, sus brazos y sus piernas como el brillo del bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el clamor de una multitud. Féach an chaibidil |
Cada uno de los cuatro querubines tenía una rueda junto a él, Las Ruedas que Giran, como las oí llamar, pues cada una tenía una segunda rueda cruzada adentro, resplandeciente como el crisolito, con un color verde amarillo. Debido a la construcción de estas ruedas, los querubines podían ir hacia adelante en cada una de las cuatro direcciones; no se volvían atrás cuando cambiaban de dirección puesto que podían desplazarse a cualquiera de las cuatro direcciones a las que sus caras miraban. Cada una de las cuatro ruedas estaba cubierta de ojos, ¡incluyendo las llantas y los rayos!