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Daniel 10:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

12 Luego me dijo: “No tengas miedo, Daniel, pues desde el primer día en que trataste de comprender las cosas difíciles y te mostraste humilde ante tu Dios, él te escuchó. Por eso estoy aquí, como respuesta a tus oraciones.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

12 Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Entonces dijo: «No tengas miedo, Daniel. Desde el primer día que comenzaste a orar para recibir entendimiento y a humillarte delante de tu Dios, tu petición fue escuchada en el cielo. He venido en respuesta a tu oración;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Luego añadió: 'No tengas miedo, Daniel, porque desde el primer día en que trataste de comprender y de humillarte ante la mirada de tu Dios, tus palabras fueron escuchadas y por eso vine yo en persona'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Me dijo: Daniel, no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y a causa de tus palabras he venido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Él prosiguió: 'No temas, Daniel, porque desde el primer día en que intentaste comprender y te humillaste ante tu Dios, fueron oídas tus palabras, y por causa de ellas he venido yo a ti.

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Daniel 10:12
26 Tagairtí Cros  

¡Cómo me escarnecen y se mofan de mí cuando lloro y ayuno ante el Señor!


alienta a los atemorizados. Diles: «Sean valientes, no teman, porque su Dios viene para destruir a sus enemigos, viene a salvarlos».


No temas, pues yo estoy contigo, no te desanimes. Yo soy tu Dios, yo te fortaleceré, yo te ayudaré, yo te sostendré con mi triunfante mano diestra.


Aunque seas despreciado, no temas, oh Israel, porque yo te auxiliaré. Yo soy el Señor, tu Redentor; yo soy el Santo de Israel.


Cuando me invoquen, yo les responderé. Si gritan pidiendo ayuda, yo les diré: «¡Sí, aquí estoy!». Si ustedes hacen desaparecer la opresión, si dejan de acusar a los demás y de levantar calumnias,


Yo les responderé aun antes de que me invoquen; mientras estén aún contándome sus necesidades, yo procederé a contestar sus súplicas.


Él dijo: “¡Oh Daniel, amado de Dios, levántate y escucha cuidadosamente lo que yo tengo que decirte, pues Dios me ha enviado a ti!”. »Así que me puse de pie, aún temblando de temor.


“Dios te ama muchísimo”, me dijo. “No temas. ¡Cálmate y sé fuerte, sí, ten ánimo!”. »De repente, mientras decía estas palabras, yo me sentí más fuerte y le dije: “Ahora puede seguir adelante y hablar, señor, pues me ha fortalecido”.


»Esta es una ley permanente: No trabajarán el décimo día del séptimo mes. Pasarán el día examinándose y humillándose. Esto se aplica a los nacidos en la tierra de Israel y a los extranjeros que vivan entre el pueblo. Es el día en que se celebrará la expiación para que sean limpios de todos sus pecados delante del Señor.


Será un día solemne de completo descanso y ayuno. Esta es una ley perpetua.


»Diez días después convocarán nuevamente al pueblo. Ese será un día de humillación delante del Señor, y no se realizará trabajo alguno.


―No teman —les dijo Jesús—. Digan a mis hermanos que salgan en seguida hacia Galilea, y allí me hallarán.


Él les dijo: ―No se asusten. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron.


Pero el ángel le dijo: ―No tengas miedo, Zacarías, pues Dios ha escuchado tus oraciones. Tu esposa Elisabet te dará un hijo, y lo llamarás Juan.


El ángel le dijo: ―No tengas miedo, María, porque Dios te ha concedido su favor.


Pero el ángel les dijo: «¡No tengan miedo! Les traigo buenas noticias que van a llenar de alegría a todo el pueblo:


Él les preguntó: ―¿Por qué están tan asustados? ¿Por qué tienen tantas dudas?


El ángel me dijo: “No tengas miedo, Pablo. Porque tienes que presentarte ante el emperador. Y por ti, Dios les conservará la vida a todos los que están contigo en el barco”.


Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero puso la mano derecha sobre mí y me dijo: «¡No temas! Soy el primero y el último,


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