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Amós 6:10 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

10 Y cuando algún familiar llegue a la casa para sacar los cadáveres y le pregunte a otro pariente que esté allí: «¿Queda aún algún cadáver?». Este le responderá: «No». Entonces el primero le dirá: «¡No digas más nada, no sea que pronuncies el nombre del Señor y nos suceda algo peor también a nosotros!».

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Biblia Reina Valera 1960

10 Y un pariente tomará a cada uno, y lo quemará para sacar los huesos de casa; y dirá al que estará en los rincones de la casa: ¿Hay aún alguno contigo? Y dirá: No. Y dirá aquel: Calla, porque no podemos mencionar el nombre de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Luego, cuando el pariente responsable de deshacerse de los muertos entre en la casa para llevarse los cuerpos, le preguntará al último sobreviviente: «¿Está alguien más contigo?». Entonces, cuando la persona comience a jurar: «No, por...», la interrumpirá y dirá: «¡Cállate! Ni siquiera menciones el nombre del Señor»).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 y cuando se presenten los deudos para sacar sus huesos, si a uno, que está al fondo le preguntan: 'Oye, ¿queda alguien por allá?',

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Y cuando el pariente° y el incinerador° vengan a sacar los huesos de la casa, Dirán al que está en el interior de la casa: ¿Queda alguno° más? Y contestará: No hay más…° Pero el otro lo interrumpirá: ¡Shsss!, Que no es tiempo de pronunciar el nombre de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Entonces entrará su tío o su pariente para sacar de la casa los huesos, y dirá al que está en un rincón de la casa: '¿Hay alguno más contigo?'. Responderá: 'Ninguno'. El otro dirá: '¡Calla! Que no hay que mentar el nombre de Yahveh'.

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Amós 6:10
11 Tagairtí Cros  

Mientras Josías inspeccionaba los lugares, vio varias tumbas en la falda de la montaña. Ordenó a sus hombres que sacaran los huesos que había en ellas y los quemaran en el altar de Betel, para profanarlo, cumpliéndose así lo que el profeta del Señor había dicho que ocurriría sobre el altar de Jeroboán.


Eliseo aún estaba diciendo esto cuando llegó el mensajero (seguido por el rey). ―El Señor ha causado toda esta aflicción —dijo el rey—. ¿Por qué he de esperar ayuda de él?


Tanto los grandes como los pequeños morirán en esta tierra, insepultos y sin haber quien los llore. Sus amigos no se harán heridas ni se raparán la cabeza en señal de dolor, como es la costumbre.


Pero escuchen el mensaje del Señor, todos ustedes, judíos que viven en tierra de Egipto: Por mi gran fama he jurado, dice el Señor, que de nada les servirá ya buscar mi auxilio y bendición, diciendo: «¡Oh Señor Dios nuestro, ayúdanos!».


Porque traicioneramente la muerte se ha metido por la ventana en sus hogares, ha quitado la vida a la flor de su juventud. Ya no hay niños y niñas jugando en las calles, ya no hay jóvenes que se reúnan en las plazas.


»Oh Israel, el Señor Dios dice: “Si ustedes insisten en rendir homenaje a sus ídolos, adelante, ¡pero entonces no me traigan regalos a mí también! ¡Tal falta de respeto y consideración hacia mí debe cesar de inmediato!


Por eso, debido a la maldad que existe, el prudente se queda callado.


El día que lo castigue, en el templo se entonarán cantos fúnebres en vez de alabanzas alegres. Serán tantos los muertos que habrá cadáveres por todas partes, y serán sacados fuera de la ciudad en silencio, con mucha pesadumbre. Lo ha dicho Dios el Señor.


Pero el pueblo de Israel volvió a quejarse una vez más: «¡Estamos perdidos! —se lamentaron—. Cada persona que se acerca al santuario muere. ¿Es que vamos a morir todos?».


algunos guerreros de aquel pueblo caminaron toda la noche hasta Betsán y bajaron los cuerpos de Saúl y sus hijos del muro y los llevaron hasta Jabés, donde los quemaron.


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