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2 Timoteo 4:8 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

8 Por lo demás, me espera la corona de justicia que el Señor, juez justo, me dará en aquel gran día. Y no sólo a mí, sino a todos los que con amor esperan su venida.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Ahora me espera el premio, la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me dará el día de su regreso; y el premio no es solo para mí, sino para todos los que esperan con anhelo su venida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Sólo me queda recibir la corona de toda vida santa con la que me premiará aquel día el Señor, juez justo; y conmigo la recibirán todos los que anhelaron su venida gloriosa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, Juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que han demostrado amar° su aparecimiento.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Y ahora está ya preparada para mí la corona de justicia, con la que me retribuirá en aquel día el Señor, el juez justo; y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan mirado con amor su venida.

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2 Timoteo 4:8
39 Tagairtí Cros  

¡Jamás se te vaya a ocurrir matar al justo junto con el malvado! ¡Jamás vayas a tratar de la misma manera al justo y al malvado! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no hará lo que es correcto?


¡Cuán grande es tu bondad para los que a la vista de la gente declaran que tú los rescatarás! Porque guardas grandes bendiciones para quienes en ti confían y te reverencian.


Dios es un juez perfectamente justo; su ira contra los malvados es constante.


te adornará con diadema de gracia la cabeza; y te obsequiará una hermosa corona».


«Ellos serán para mí como el tesoro más precioso. En el día del juicio los perdonaré, así como el padre perdona al hijo que le respeta y honra.


»Ahora bien, nadie, ni siquiera los ángeles, sabe el día ni la hora del fin. Sólo el Padre lo sabe.


El día del juicio muchos me dirán: “Señor, nosotros predicamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios y realizamos muchísimos milagros”.


Ciertamente, en aquel día, el castigo de este pueblo será peor que el castigo de Sodoma.


Pero no le haces caso y, en consecuencia, estás almacenando contra ti mismo ira, por la terca dureza de tu corazón no arrepentido. Esa ira se manifestará el día en que Dios


Y no sólo gime ella, sino que también nosotros, que tenemos los primeros frutos del Espíritu, gemimos en nuestro interior mientras esperamos ansiosamente el día de nuestra adopción, es decir, el día cuando nuestros cuerpos sean liberados.


Esto es lo que las Escrituras dicen: «Ningún mortal ha visto, ni oído, ni imaginado las maravillas que Dios tiene preparadas para los que aman al Señor».


El día del juicio se sabrá qué material han empleado los constructores. Cada obra será pasada por fuego, para que se sepa la calidad del trabajo de cada uno.


Los deportistas se someten a una estricta disciplina. Ellos lo hacen para ganar un premio que se echa a perder, mientras que nosotros nos esforzamos por obtener un premio que jamás se desvanecerá.


Mientras eso sucede, suspiramos pues anhelamos el día en que nos hemos de revestir de aquel cuerpo celestial,


Así espero llegar a resucitar de entre los muertos.


Ustedes se comportan así motivados por la esperanza de lo que está guardado para ustedes en el cielo. De ello se enteraron por medio del mensaje verdadero del evangelio.


También cuentan cómo ustedes esperan que Jesús regrese del cielo: él, que es el Hijo amado de Dios, a quien Dios resucitó y quien nos libra del castigo que viene.


Pero ustedes, hermanos, no están en la oscuridad para que ese día los sorprenda como un ladrón.


Entonces aparecerá aquel inicuo; pero el Señor lo consumirá con el soplo de su boca y lo destruirá con el resplandor de su venida.


De esta forma estarán acumulando un verdadero tesoro para el futuro y obtendrán la vida verdadera.


Esto se hizo patente con la venida de nuestro Salvador Jesucristo, quien quebrantó el poder de la muerte y nos mostró la vida incorruptible por medio del evangelio.


Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Mas no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que puede guardar lo que le he encomendado hasta el día de su retorno.


Que el Señor le conceda hallar misericordia delante de Dios en aquel día. Tú sabes mejor que yo lo mucho que me ayudó en Éfeso.


De la misma manera, el atleta obedece las reglas del deporte si no quiere ser descalificado y perder el premio.


Por lo tanto, te doy este encargo solemne ante Dios y ante Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos cuando venga en su reino:


con la mirada puesta en el día en que se cumpla la bendita promesa de su venida y se manifieste la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.


Por supuesto que ninguna disciplina parece agradable al momento de recibirla; más bien duele. Sin embargo, si aprendemos la lección, los que hemos sido disciplinados tendremos justicia y paz.


así Cristo fue ofrecido una sola vez en sacrificio para quitar los pecados de muchos. Y aparecerá por segunda vez, pero no para cargar con el pecado, sino para salvar a quienes lo esperan.


Dichoso el que permanece firme durante la prueba, porque cuando la supera, recibe la corona de la vida que Dios ha prometido a los que lo aman.


y recibamos una herencia que no se puede destruir ni marchitar ni manchar. Esa es la herencia que está reservada en el cielo para ustedes,


Así, cuando aparezca el Pastor principal, ustedes recibirán la corona de gloria que durará para siempre.


¡Miren! ¡Viene en las nubes, ante los ojos de la humanidad entera, y hasta los que lo traspasaron lo verán! Y las naciones de la tierra llorarán de pesar por él. ¡Amén! ¡Que así sea!


Vi entonces que el cielo estaba abierto y contemplé un caballo blanco cuyo jinete se llamaba Fiel y Verdadero, porque con justicia juzga y pelea.


No temas lo que has de sufrir. Para probarlos, el diablo arrojará a algunos de ustedes en la cárcel y los estará persiguiendo durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida.


El que da testimonio de estas cosas declara: «Sí, vengo pronto». ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!


los veinticuatro ancianos se postraban en adoración delante del que vive eternamente y tiraban sus coronas delante del trono, al tiempo que cantaban:


y veinticuatro tronos ocupados por veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con coronas de oro.


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