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2 Samuel 12:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

7 ―¡Tú eres ese hombre! —le dijo Natán a David—. El Señor Dios de Israel dice: “Yo te hice rey de Israel y te salvé del poder de Saúl.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Entonces Natán le dijo a David: —¡Tú eres ese hombre! El Señor, Dios de Israel, dice: “Yo te ungí rey de Israel y te libré del poder de Saúl.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Entonces Natán dijo a David: 'Ese hombre eres tú. Esto dice Yavé, el Dios de Israel: Te consagré como rey de Israel, te libré de las manos de Saúl,

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Entonces Natán dijo a David: ¡Tú eres ese hombre! Así dice YHVH Dios de Israel: Yo te ungí como rey sobre Israel y te he protegido de la mano de Saúl,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Dijo entonces Natán a David: '¡Tú eres ese hombre! Así habla Yahveh, Dios de Israel: yo te ungí rey de Israel y te libré de las manos de Saúl.

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2 Samuel 12:7
22 Tagairtí Cros  

―¿Por qué no hace usted por todo el pueblo de Dios lo que ha prometido hacer por mí? —preguntó ella—. Usted se ha condenado a sí mismo al tomar esta decisión, pues se ha negado a recibir en casa a su hijo que está desterrado.


David entonó este cántico al Señor después que fue librado de Saúl y de todos sus enemigos:


Sí, tú me levantas por encima de mis enemigos, tú me libras de su violencia.


»Así que dile a mi siervo David que yo, el Señor Todopoderoso, lo saqué del redil para que no siga cuidando las ovejas sino para que gobierne a mi pueblo Israel.


Dale a tu esposo este mensaje de parte del Señor, Dios de Israel: “Tú eras un miembro común del pueblo y te elegí para hacerte rey de Israel.


―Tú eres el que ha traído este desastre —respondió Elías—. Porque tú y tu familia se han negado a obedecer al Señor, y han adorado a Baal.


Pero mientras yo estaba ocupado en otra cosa, el prisionero desapareció. ―Bueno, es culpa tuya —respondió el rey—. Tendrás que pagar.


El profeta le dijo: ―El Señor ha dicho: “Por cuanto tú has salvado la vida del hombre que yo dije que debería morir, tú morirás en su lugar, y tu pueblo morirá en lugar del suyo”.


Señor, ¡cuánto te amo! Porque eres mi fuerza.


Así dio Jeremías el mensaje al rey Sedequías.


ese árbol, Su Majestad, es usted. Pues ha crecido poderoso y alto; su grandeza llega al cielo y su reino hasta los fines de la tierra.


Cuando Jesús llegó, encontró que una vasta multitud lo esperaba y, compadecido, sanó a los enfermos.


―Has actuado locamente —exclamó Samuel—. Has desobedecido el mandamiento del Señor tu Dios. Él quería hacer de ti y de tus descendientes reyes de Israel para siempre,


Samuel le dijo: ―Aun cuando tú mismo pensabas que eras poca cosa, el Señor te ungió rey de Israel.


Samuel tomó el aceite de oliva que había traído y lo derramó sobre la cabeza de David delante de sus hermanos. El Espíritu del Señor entonces descendió sobre él y le dio gran poder desde aquel día en adelante. Y Samuel regresó a Ramá.


repentinamente la arrojó contra David con la intención de clavarlo contra la pared. Pero David saltó y escapó. Dos veces ocurrió esto.


«Esta es otra oportunidad para tenderle una trampa y hacer que lo maten los filisteos», se dijo Saúl. Pero a David le dijo: ―Serás mi yerno al fin, pues hoy te daré a mi hija menor.


David se fue a vivir en las cuevas del desierto en la región montañosa de Zif. Un día, cerca de Hores, supo que Saúl iba hacia Zif en su busca. Saúl lo perseguía día tras día para matarlo, pero el Señor no permitió que lo encontrara.


Saúl pronto supo que David estaba en Queilá. «Bien —exclamó—. Ahora lo tenemos. Dios lo ha entregado en mis manos, pues se ha atrapado a sí mismo en una ciudad amurallada».


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