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2 Reyes 4:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

6 Después de haber llenado hasta el borde varias vasijas, la mujer le dijo a uno de sus hijos: ―Pásame otra vasija. ―No hay más —le contestó el hijo. Y entonces, en ese mismo momento, el aceite que estaba en el cántaro se acabó.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 ¡Pronto todas las jarras estaban llenas hasta el borde! —Tráeme otra jarra —le dijo a uno de sus hijos. —¡Ya no hay más! —le respondió. Al instante, el aceite de oliva dejó de fluir.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Cuando los cántaros estuvieron llenos, dijo a su hijo: 'Pásame uno más'. Pero éste le dijo: 'Ya no hay más'. Y el aceite dejó de correr.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Y sucedió que cuando las vasijas estaban llenas, dijo a un hijo suyo: Acércame otra vasija; y él le respondió: No hay ni una vasija más. Entonces cesó el aceite.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo ella a uno de sus hijos: 'Acércame otra vasija'. Pero él respondió: 'Ya no hay más'. Y entonces el aceite cesó.

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2 Reyes 4:6
12 Tagairtí Cros  

Porque el Señor, Dios de Israel, dice que siempre habrá suficiente harina y aceite en tus depósitos hasta el día en que él envíe la lluvia, y vuelva a haber cosecha.


―¡Debiste haber golpeado el suelo, cinco o seis veces —exclamó enojado el profeta—, porque entonces habrías derrotado definitivamente a los sirios, pero solo lo derrotarás tres veces!


Ella lo hizo así. Sus hijos le iban pasando las vasijas, y ella las llenaba de aceite.


Por causa de la incredulidad de la gente no hizo allí muchos milagros.


Nadie se quedó sin comer. ¡Y hasta sobraron doce cestas de comida,


Nadie se quedó sin comer, a pesar de que había cuatro mil personas, sin contar las mujeres y los niños ¡Y sobraron siete cestas repletas de alimentos!


Entonces él les tocó los ojos y dijo: —Hágase realidad lo que han creído.


Todo el mundo quería tocar a Jesús, porque de él salía poder que los sanaba a todos.


Cuando ya todos estuvieron satisfechos, les dijo a sus discípulos: ―Recojan los pedazos que sobraron, para que no se desperdicie nada.


Al otro día ya no hubo maná y jamás volvieron a verlo. Desde entonces comenzaron a vivir de lo que producía la tierra de Canaán.


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