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2 Reyes 4:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4 Luego entra en casa con tus hijos, cierra la puerta y echa aceite de oliva de tu cántaro en las vasijas que hayas pedido prestadas, y ve poniendo aparte las que vayas llenando.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Luego ve a tu casa con tus hijos y cierra la puerta. Vierte en las jarras el aceite de oliva que tienes en tu frasco y cuando se llenen ponlas a un lado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Cuando estés de vuelta, cierra la puerta tras de ti y de tus hijos, echa tu aceite en todos esos cántaros y a medida que se vayan llenando, ponlos aparte'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Luego entrarás y cerrarás la puerta tras de ti y tras de tus hijos, y echarás° en todas esas vasijas, e irás poniendo aparte las que estén llenas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Entra luego y cierra la puerta tras de ti y de tus hijos, vierte aceite en todas esas vasijas, y pon aparte las que vayan quedando llenas'.

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2 Reyes 4:4
13 Tagairtí Cros  

―Entonces pide prestadas cuantas vasijas puedas de tus amigas y vecinos —le ordenó—.


Ella lo hizo así. Sus hijos le iban pasando las vasijas, y ella las llenaba de aceite.


¡Vete a casa, pueblo mío, y atranca las puertas! Escóndete un poquito hasta que la ira del Señor contra tus enemigos haya pasado.


Pero cuando ustedes oren, háganlo a solas, a puerta cerrada; y el Padre de ustedes, que conoce todos los secretos, los recompensará.


La gente se rio de Jesús; pero Jesús les ordenó a todos que salieran y él, con el padre, la madre y los discípulos que lo acompañaban entró al cuarto en que reposaba la niña.


Jesús tomó los panes, dio gracias y los fue repartiendo a los que estaban sentados. Luego hizo lo mismo con los pescados. Todos comieron cuanto quisieron.


Pedro les ordenó que salieran del cuarto y se arrodilló a orar. Luego se volvió hacia el cadáver: ―Levántate, Tabita —le ordenó. Inmediatamente ella abrió los ojos; y al ver a Pedro, se incorporó.


A Dios sea la gloria, pues por su poder eficaz que actúa en nosotros, él puede hacer muchísimo más de lo que nos podemos imaginar o pedir.


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