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1 Samuel 31:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4 El rogó a su escudero: «Mátame con tu espada antes que estos paganos filisteos me capturen y me torturen». Pero como su escudero tenía miedo también, no quiso hacerlo. Entonces Saúl tomó su propia espada y se arrojó contra la punta de su hoja de modo que lo atravesó.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

4 Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Con gemidos, Saúl le dijo a su escudero: «Toma tu espada y mátame antes de que estos filisteos paganos lleguen para atravesarme, burlarse de mí y torturarme». Pero su escudero tenía miedo y no quiso hacerlo. Entonces Saúl tomó su propia espada y se echó sobre ella.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Entonces Saúl dijo a su escudero: 'Toma tu espada y mátame, no sea que vengan esos incircuncisos a matarme y ultrajarme'. Su escudero no quería hacerlo porque tenía miedo; entonces Saúl tomó su espada y se dejó caer sobre ella.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Entonces Saúl dijo a su escudero: ¡Saca tu espada y traspásame con ella!, no sea que vengan estos incircuncisos y me traspasen, y hagan escarnio de mí. Pero su escudero no quiso, pues tenía gran temor. Entonces Saúl tomó la espada y se echó sobre ella.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Dijo entonces a su escudero: 'Desenvaina tu espada y atraviésame con ella, no sea que lleguen esos incircuncisos y me atraviesen y hagan escarnio de mí'. Pero no quiso acceder su escudero, por el gran temor que sentía. Saúl tomó entonces su propia espada y se dejó caer sobre ella.

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1 Samuel 31:4
19 Tagairtí Cros  

Cuando Saúl murió, David regresó a Siclag y se quedó allí dos días, después de haber derrotado a los amalecitas.


―¿Por qué te atreviste a matar al ungido de Dios? —le preguntó David.


»¡Que no lo sepan los filisteos, para que no se gocen! ¡Que no lo sepan las ciudades de Gat y Ascalón, para que no se burlen esa gente idólatra!


―Porque yo estaba en el monte Guilboa, y vi que Saúl se apoyaba en su lanza, y los enemigos lo tenían rodeado.


Mientras tanto, Ajitofel, desacreditado públicamente porque Absalón no había aceptado su consejo, aparejó un burro, se fue a su casa en la ciudad, puso en orden sus asuntos, y se ahorcó. De esta manera murió y fue sepultado junto a su padre.


ordenó que los restos de los hombres fueran llevados a Jerusalén. Al mismo tiempo pidió a los de Jabés de Galaad que devolvieran los restos de Saúl y Jonatán. Ellos los habían rescatado de la plaza pública en Betsán, donde los filisteos los habían colgado, después de la batalla del monte Guilboa. Cuando los de Jabés devolvieron los restos de Saúl y Jonatán, David los hizo sepultar en la tumba de Quis, el padre de Saúl, en la región de Zela de Benjamín. Después de esto, Dios tuvo compasión del pueblo y lo bendijo.


Cuando Zimri vio que la ciudad había sido tomada, entró al palacio y lo incendió, y murió en medio de las llamas.


El resto de la historia de Omrí está escrita en el libro de los reyes de Israel.


Entonces Saúl le gritó a su escudero: «Pronto, mátame con tu espada antes que estos incircuncisos me tomen prisionero, se burlen de mí y me torturen». Como el escudero se sentía atemorizado de hacerlo, Saúl tomó su propia espada, se dejó caer sobre ella, y murió.


ellos se opusieron rotundamente. ―¿Por qué has de casarte con una filistea pagana? ¿Es que no existe en el pueblo de Israel una joven con la que te puedas casar? ―Es que ella es a quien quiero —respondió Sansón—. Tómala para mí.


«Mátame —le pidió a su escudero—. Que nunca se diga que una mujer mató a Abimélec». El joven lo atravesó con su espada, y murió.


―Vamos a donde están esos paganos —dijo Jonatán a su escudero—. Quizás el Señor haga algo por medio nuestro. Para él no hay diferencia en salvar con muchos o con pocos.


David habló con otros que estaban por allí para verificar lo que había oído. ―¿Qué recibirá el hombre que mate al filisteo y ponga fin a nuestra humillación? —les preguntó—. ¿Quién es este filisteo incrédulo que se le permite que desafíe a los ejércitos del Dios vivo?


He hecho esto con leones y osos, y lo haré también con este pagano filisteo, porque ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo.


Dios le dará muerte algún día, o morirá en una batalla o de vejez.


Cuando el escudero vio que estaba muerto, él también se arrojó sobre su espada y murió junto a él.


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