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Proverbios 30:3 - Biblia Martin Nieto

3 no he aprendido la sabiduría ni conozco la ciencia del santísimo.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Yo ni aprendí sabiduría, Ni conozco la ciencia del Santo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 No he dominado la sabiduría humana ni conozco al Santo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 ¡sí, yo que no aprendí la sabiduría, pensé conocer la ciencia del Santo!

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 No he aprendido sabiduría, Ni comprendo la ciencia del Santo:°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Dios me enseñó la sabiduría, y aprendí la ciencia del Santo.

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Proverbios 30:3
15 Tagairtí Cros  

¿Quién subió a los cielos y después bajó? ¿Quién ha encerrado el viento en sus puños? ¿Quién ató las aguas en su manto? ¿Quién estableció todos los límites de la tierra? ¿Cómo se llama? ¿Cuál es el nombre de su hijo? ¿Lo sabes tú?


El principio de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al santo, ésa es la inteligencia.


apartaos del camino, desviaos del sendero; quitad de nuestra presencia al Santo de Israel.


Pues esto dice el altísimo, el excelso, el que habita una morada eterna y cuyo nombre es santo: Yo habito en una morada excelsa y santa, pero también estoy con el hombre arrepentido y humilde, para reanimar el espíritu de los humildes, para reconfortar el corazón afligido.


Embota el corazón de este pueblo, endurece su oído, ciega sus ojos, de suerte que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni entienda con su corazón, ni se convierta, ni se cure.


Y se gritaban el uno al otro Santo, santo, santo, Señor todopoderoso; la tierra toda está llena de su gloria.


Mi Padre me ha confiado todas las cosas; nadie conoce perfectamente al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera manifestar.


Jesús le respondió: 'Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.


Y la vida eterna es que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo).


¡Qué profundidad de riqueza, de sabiduría y de ciencia la de Dios! ¡Qué incomprensibles son sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!


Escribe al ángel de la Iglesia de Filadelfia: Esto es lo que dice el santo, el veraz, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cerrará, el que cierra y nadie abrirá:


Los cuatro animales tenían cada uno seis alas, y alrededor y en el interior estaban llenos de ojos. Y repetían sin cesar día y noche: Santo, santo, santo es el Señor, el todopoderoso, el que era, el que es, el que viene.


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