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Proverbios 3:32 - Biblia Martin Nieto

32 porque el Señor aborrece a los perversos, mientras que con los justos se franquea.

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Biblia Reina Valera 1960

32 Porque Jehová abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los justos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

32 El Señor detesta a esa gente perversa; en cambio, ofrece su amistad a los justos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 porque Yavé tiene horror de la gente sin conciencia, pues su amistad es para con los justos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Porque YHVH aborrece al perverso, Y su íntima comunión es con los rectos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 pues Yahveh aborrece a los perversos y pone su confianza en los justos.

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Proverbios 3:32
16 Tagairtí Cros  

Como era en los días de mi otoño, cuando Dios protegía mi tienda;


Con el fiel tú eres fiel, con el hombre intachable, tú sin tacha;


El Señor se confía a sus leales y les explica su alianza.


El Señor aborrece los corazones depravados, los que obran con integridad le son gratos.


El corazón conoce sus propias amarguras, y en su alegría no puede participar el extraño.


Absolver al culpable y condenar al justo son dos cosas que odia el Señor.


Temer al Señor es aborrecer el mal; la arrogancia y el orgullo, la mala conducta y la boca perversa, las detesto.


Pero no, que no sois nada; nada son vuestras obras, y aborrecible quien os elige.


En aquel tiempo Jesús dijo: 'Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y se las has manifestado a los sencillos.


Y él les respondió: 'A vosotros se os ha dado conocer los misterios del reino de Dios, pero a ellos no.


Y les dijo: 'Vosotros presumís de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que se estima tanto entre los hombres, no tiene valor alguno ante Dios.


Ya no os llamo siervos, pues el siervo no sabe qué hace su señor; yo os he llamado amigos porque os he dado a conocer todas las cosas que he oído a mi Padre.


El que quiera hacer la voluntad de Dios conocerá si mi doctrina es de Dios o si hablo por mi cuenta.


El que tenga oídos que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al vencedor le daré el maná escondido y una piedra blanca, y en la piedra escribiré un nombre nuevo, que sólo conoce el que la recibe.


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