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Proverbios 28:12 - Biblia Martin Nieto

12 Cuando los justos triunfan, la fiesta es grande; cuando dominan los injustos, todo el mundo se esconde.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Cuando los justos se alegran, grande es la gloria; Mas cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Cuando los justos triunfan, todo el mundo se alegra. Cuando los perversos toman el control, todos se esconden.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Cuando triunfan los justos es grande la alegría; cuando ganan los malos, cada uno se esconde.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Cuando el justo triunfa hay gran esplendor, Cuando se yerguen los malvados, la gente se esconde.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Cuando triunfan los justos, hay gran gozo; cuando se alzan los malvados, todos se ocultan.

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Proverbios 28:12
21 Tagairtí Cros  

¿Por ventura no le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas del Señor, cómo oculté a cien de estos profetas del Señor por grupos de cincuenta en unas cuevas, alimentándolos con pan y agua?


Elías tuvo miedo y se escapó para salvar su vida; llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su criado.


El veintitrés del séptimo mes Salomón despidió al pueblo, y ellos se fueron a sus casas alegres y contentos por todos los beneficios que el Señor había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel.


Por la prosperidad de los justos se alegra la ciudad; cuando perecen los injustos, hay fiesta.


Cuando los malos dominan, todo el mundo se esconde; cuando desaparecen, los justos se multiplican.


Cuando los justos gobiernan, el pueblo está alegre; cuando dominan los opresores, el pueblo gime.


Ay de ti, tierra, que tienes por rey un niño, y cuyos príncipes banquetean desde la mañana!


Entonces los dignatarios dijeron a Baruc: 'Ve y escóndete, con Jeremías: que nadie sepa dónde estáis'.


Luego el rey ordenó al príncipe Yeragmeel, a Serayas, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, prender a Baruc, el secretario, y a Jeremías, el profeta. Pero el Señor los había escondido.


Recorred las calles de Jerusalén, mirad, informaos bien, buscad por sus plazas, a ver si encontráis un hombre, uno solo que practique la justicia, que busque la verdad, y yo perdonaré a esta ciudad.


Hoy mismo has visto con tus propios ojos cómo el Señor te puso en mis manos en la cueva, y no he querido matarte. Te he perdonado, diciéndome: No pondré mi mano sobre mi señor, porque es el ungido del Señor.


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