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Nehemías 13:22 - Biblia Martin Nieto

22 Ordené también a los levitas que se purificasen y viniesen a guardar las puertas, para que se santificara el sábado. ¡También por esto, acuérdate de mí, oh Dios mío, y ten piedad de mí conforme a tu gran misericordia!

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Biblia Reina Valera 1960

22 Y dije a los levitas que se purificasen y viniesen a guardar las puertas, para santificar el día del reposo. También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la grandeza de tu misericordia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Luego ordené a los levitas que se purificaran y vigilaran las puertas para preservar la santidad del día de descanso. ¡Recuerda también esta buena obra, oh Dios mío! Ten compasión de mí conforme a tu grande e inagotable amor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 También ordené a los levitas que se purificaran y que custodiaran las puertas para que se respetara el día sábado. ¡Por todo eso acuérdate tambiém de mí, Dios mío. Ten piedad de mí según tu gran misericordia!

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Por otra parte, ordené a los levitas que se purificaran y acudieran a guardar las puertas para santificar el día del shabbat. ¡Acuérdate de mí también por esto, oh Dios mío, y considérame conforme a la inmensidad de tu misericordia!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Ordené asimismo a los levitas que se purificasen y viniesen a vigilar las puertas para santificar el día del sábado. ¡También por esto, oh Dios mío, acuérdate de mí, y ten piedad de mí según tu gran misericordia!

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Nehemías 13:22
26 Tagairtí Cros  

'¡Ay, Señor! Acuérdate de que me he conducido en tu servicio con fidelidad y de todo corazón, y he hecho lo que es justo a tus ojos'. Y Ezequías rompió a llorar amargamente.


El rey ordenó al sumo sacerdote Jelcías, al sacerdote segundo y a los guardianes de la puerta sacar fuera del templo del Señor todos los utensilios del culto de Baal, de Aserá y de los astros del cielo; los quemó a las afueras de Jerusalén en los campos del Cedrón y llevó sus cenizas a Betel.


Los sacerdotes los mataron y derramaron su sangre sobre el altar como sacrificio por los pecados de todo Israel, pues el rey había ordenado ofrecer por todo Israel el holocausto y el sacrificio por el pecado.


Ezequías mandó ofrecer el holocausto sobre el altar. Al comenzar el holocausto, comenzaron también las alabanzas del Señor al son de las trompetas en armonía con los instrumentos de David, rey de Israel.


El rey Ezequías y los jefes dieron la orden a los levitas de alabar al Señor con los salmos de David y de Asaf, el vidente. Cantaron los salmos con gran alegría, y luego se arrodillaron en actitud de adoración.


Josué engendró a Joaquín, Joaquín a Eliasib, Eliasib a Yoyadá,


Los sacerdotes y los levitas se purificaron los primeros, y después purificaron al pueblo, las puertas y la muralla.


¡Acuérdate de mí por esto, oh Dios mío, y no olvides las obras buenas que hice por el templo de mi Dios y por su servicio!


la ofrenda de la leña en sus plazos señalados y la de las primicias. ¡Acuérdate de mí, oh Dios mío, para mi bien!


¡Acuérdate, oh Dios mío, para mi bien, de todo lo que he hecho por este pueblo!


Israel está pendiente del Señor más que los centinelas de la aurora; porque en el Señor está el amor y la liberación total:


llevas a la ruina a los mentirosos, al hombre explotador y fraudulento el Señor lo detesta.


Al maestro de coro. Salmo de David.


'Señor, acuérdate, por favor, de que he caminado fielmente en tu presencia con corazón honrado, haciendo lo que es recto a tus ojos'. Y Ezequías rompió a llorar copiosamente.


Reyes tendrán por ayos y princesas por nodrizas; rostro en tierra se prosternarán ante ti y lamerán el polvo de tus pies. Y sabrás que yo soy el Señor, que los que en mí esperan jamás son defraudados.


Deje el malvado su camino, y el malhechor sus pensamientos; conviértase al Señor, que tendrá piedad de él; a nuestro Dios, que es generoso en el perdón.


Nos sentimos orgullosos de que nuestra conciencia nos asegure que nos hemos comportado con todo el mundo, y especialmente con vosotros, con la sencillez y la sinceridad que Dios da, y no por la sabiduría humana, sino por la gracia de Dios.


Guarda y santifica el día del sábado, como te ha mandado el Señor, tu Dios.


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