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Miqueas 7:2 - Biblia Martin Nieto

2 La lealtad ha desaparecido del país, no queda un hombre justo. Todos acechan para verter sangre; el hermano a su hermano para ponerle trampas.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Faltó el misericordioso de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos acechan por sangre; cada cual arma red a su hermano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 La gente que sigue a Dios ha desaparecido; no queda ni una sola persona honrada sobre la tierra. Son todos asesinos; les tienden trampas hasta a sus propios hermanos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Los creyentes han desaparecido del país, y entre sus habitantes no se encuentra ni siquiera un hombre justo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Desapareció el piadoso de la tierra, Y no hay más hombres rectos. Todos acechan para derramar sangre; Cada cual caza a su prójimo con una red.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Desapareció de la tierra el piadoso, no queda un justo entre los hombres: todos acechan para derramar sangre, unos a otros se tienden redes,

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Miqueas 7:2
29 Tagairtí Cros  

con sus ojos espía al desdichado; escondido como un león en su guarida, al acecho para atrapar al miserable, lo atrapa enredándolo en sus redes;


Al maestro de coro. En octava. Salmo de David


Auxilio, Señor, que ya no hay hombres fieles, la lealtad ya no existe entre los hombres;


Álzate, oh Dios, sobre los cielos, que tu gloria domine sobre la tierra entera.


Si te dicen: 'Ven con nosotros, acechemos para derramar sangre, tendamos a placer insidias contra el inocente;


Las palabras de los criminales son redes sangrientas, pero los hombres rectos, con sus respuestas, se libran de ellas.


El pueblo se alzará, hombre contra hombre, vecino contra vecino; se lanzará el joven contra el anciano, el plebeyo contra el noble.


Perece el justo, y nadie se preocupa por ello. Los hombres piadosos son arrebatados, y nadie advierte que a causa del mal es arrebatado el justo


Sus pies corren hacia el crimen y se apresuran a derramar sangre inocente; sus planes son criminales; sólo devastación y ruina por donde pasan.


Se muerde a la derecha, y aún se tiene hambre; se come a la izquierda, y no se sacian; todos devoran la carne de su prójimo.


Sí, yo mandaré muchos pescadores, dice el Señor, que los pescarán; mandaré muchos cazadores, que los cazarán en todo monte, en toda colina y en las grietas de las rocas.


Su aljaba es un sepulcro abierto; son una legión de héroes.


Sí, hay en mi pueblo criminales, que colocan redes; como pajareros ponen trampas, mas para cazar a los hombres.


He escuchado atentamente; no hablan como se debe; ninguno se arrepiente de su perversidad, y dicen: '¿Qué es lo que he hecho?'. Todos siguen su desenfrenada carrera, como el caballo vuela donde hierve la lucha.


Se espiaban nuestros pasos, se nos cerraban nuestras plazas. Llegaba nuestro fin, cumplidos nuestros días; sí, llegaba nuestro fin.


En ti se acepta soborno para derramar sangre; aceptas usura e interés, despojas con violencia a tu prójimo y te has olvidado de mí, dice el Señor Dios.


Porque esto dice el Señor Dios: ¡Ay de la ciudad sanguinaria, olla toda roñosa, cuya herrumbre no se quita! Vacíala trozo a trozo, sin echar suerte sobre ella,


Escuchad esto, sacerdotes; atiende, casa de Israel; casa real, prestad oído, porque se hace justicia contra vosotros. Vosotros os habéis hecho un lazo en Mispá y una red tendida en el monte Tabor,


Los sacerdotes, como bandidos al acecho, asaltan por el camino de Siquén, asesinan y cometen atentados.


Pero vosotros estáis contra mi pueblo, como enemigos os habéis levantado; a los pacíficos les quitáis el manto, a los que caminan confiados los tratáis como enemigos de guerra.


que edificáis a Sión con sangre y a Jerusalén con injusticia.


Pero vosotros odiáis el bien y amáis el mal, arrancáis la piel del cuerpo y la carne de los huesos.


Pues no volveré yo a tener compasión de los habitantes de la tierra, palabra del Señor. Voy a entregar a cada hombre en manos de su prójimo y en manos de su rey. Ellos devastarán la tierra, y yo no los libraré de sus manos.


Los judíos corroboraron la acusación diciendo que era como se había dicho.


Hoy mismo has visto con tus propios ojos cómo el Señor te puso en mis manos en la cueva, y no he querido matarte. Te he perdonado, diciéndome: No pondré mi mano sobre mi señor, porque es el ungido del Señor.


Que mi sangre no caiga en tierra lejos de la presencia del Señor. Porque el rey ha salido a buscar mi vida como se persigue una perdiz por los montes'.


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