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Miqueas 1:8 - Biblia Martin Nieto

8 Por eso me lamentaré y gritaré, andaré descalzo y desnudo, lanzaré aullidos como los chacales, y lamentos como las avestruces.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

8 Por esto lamentaré y aullaré, y andaré despojado y desnudo; haré aullido como de chacales, y lamento como de avestruces.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Por lo tanto, lloraré y me lamentaré; andaré descalzo y desnudo. Aullaré como un chacal y gemiré como un búho.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Por todo esto lloraré y gemiré, caminaré desnudo y sin zapatos, lloraré como aúllan los chacales y gemiré como lo hacen los avestruces,

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Por esto me lamentaré y gemiré, y andaré descalzo y desnudo, Daré gritos lastimeros como los chacales y quejidos como el avestruz,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Por esto me lamentaré y gemiré, andaré descalzo y desnudo; daré aullidos como de chacal, gemidos como de avestruz.

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Miqueas 1:8
19 Tagairtí Cros  

El año catorce del rey Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó a todas las ciudades fortificadas de Judá y las tomó.


Apenas supo Mardoqueo lo que se había hecho, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y ceniza y salió por la ciudad lanzando gritos de dolor: '¡Un pueblo inocente va a ser exterminado!'.


Me he hecho hermano de chacales y compañero de avestruces.


a fuerza de gemir sólo tengo la piel pegada al hueso.


Las fieras del desierto vagarán por allí, los búhos llenarán sus casas, habitarán allí las avestruces y brincarán los sátiros.


Las hienas aullarán en sus torres vacías, en sus lujosos palacios los chacales. Su hora está cercana, no se alargarán sus días.


Por eso lloro yo, como llora Yazer, por las viñas de Sibmá; te inundo con mis lágrimas, Jesbón, Elalé, porque sobre tu siega y tu vendimia cayó un grito de guerra.


Por eso están llenos de convulsiones mis riñones; soy presa de dolores, como los dolores de mujer en parto; la angustia me aturde, el espanto me ciega.


Por esto digo: Retirad vuestros ojos de mí, dejad que llore amargamente; no tratéis de consolarme por la ruina de la hija de mi pueblo.


Temblad, despreocupadas; estremeceos, confiadas; despojaos, desnudaos, ceñíos la cintura,


¡Ay, mis entrañas, mis entrañas! ¡Cómo sufro! ¡Entretelas de mi corazón! El corazón se me salta; ya no puedo callarme porque he oído el sonido del clarín, el clamor de guerra.


¡Quién me brindara en el desierto un albergue de ambulantes! Abandonaría entonces a mi pueblo; me alejaría de él, porque son todos adúlteros, una pandilla de traidores.


Y yo voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, un cubil de chacales; y de las ciudades de Judá un desierto, donde nadie habite.


¡Vosotras, mujeres, escuchad la palabra del Señor, reciban vuestros oídos la palabra de su boca! Enseñad a vuestras hijas esta elegía, decíos unas a otras esta lamentación:


'Hijo de hombre, compón un canto fúnebre sobre el pueblo de Egipto; hazle bajar a él y a las hijas de naciones poderosas a las moradas subterráneas, junto a los que bajan a la fosa.


Aquel día se contará sobre vosotros un proverbio, se cantará una elegía y se dirá: '¡Estamos totalmente arruinados! Se ha vendido la porción de mi pueblo, y nadie ya la restituye. ¡Entre los apóstatas se reparten nuestros campos!'.


Allí se despojó también él de sus vestidos y profetizó en presencia de Samuel; después cayó desnudo en tierra y estuvo así todo el día y toda la noche. De ahí viene el dicho: '¿También Saúl entre los profetas?'.


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