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Marcos 4:8 - Biblia Martin Nieto

8 Otra parte cayó en tierra buena y dio fruto lozano y crecido, una treinta, otra sesenta y otra ciento'.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Pero otras semillas cayeron en tierra fértil, y germinaron y crecieron, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Otras semillas cayeron en tierra buena: brotaron, crecieron y produjeron unas treinta, otras sesenta y otras cien.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Pero otras cayeron en buena tierra, y daban fruto que crecía y se desarrollaba; y producían: una a treinta, otra a sesenta y otra a ciento por uno.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Y el resto cayó en tierra buena; fue creciendo y granando, hasta dar fruto que llegó: uno al treinta por uno, otro al sesenta y otro al ciento'.

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Marcos 4:8
21 Tagairtí Cros  

Isaac sembró la tierra donde estaba, y aquel año recolectó cien veces más. ¡Tanto le bendijo el Señor!


Clama a voz en grito sin reparo, alza tu voz como la corneta. Anuncia a mi pueblo sus injusticias, a la casa de Jacob sus pecados.


¿No es mi palabra como el fuego, como el martillo que deshace la roca?


Lo sembrado en tierra buena es el que oye la palabra y la entiende y da fruto, ciento, sesenta y treinta por uno'.


Otra parte cayó en tierra buena, y dio frutos; una ciento, otra sesenta, otra treinta.


Los que reciben la semilla en tierra buena son aquellos que oyen la palabra, la aceptan y dan fruto, el treinta, el sesenta o el ciento por uno'.


Otra cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, la ahogaron y no dio fruto.


Y añadió: '¡El que tenga oídos que oiga!'.


Y la que cayó en tierra buena son los que escuchan la palabra con corazón bueno y generoso, la conservan y por su constancia dan fruto'.


Y otra cayó en tierra buena, nació y dio fruto, el ciento por uno'. Dicho esto, exclamó: '¡El que tenga oídos que oiga!'.


Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo en él, da mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada.


El que quiera hacer la voluntad de Dios conocerá si mi doctrina es de Dios o si hablo por mi cuenta.


Los judíos de Berea eran más abiertos que los de Tesalónica, y recibieron la palabra con buena disposición, estudiando diariamente las Escrituras para ver si todo era así.


en el que todo el edificio, perfectamente ensamblado, se levanta para convertirse en un templo consagrado al Señor;


llenos de frutos de justicia por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.


que llegó hasta vosotros, y que, como fructifica y crece en todo el mundo, así también ha sucedido entre vosotros desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en la verdad,


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