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Marcos 1:40 - Biblia Martin Nieto

40 Se acercó a él un leproso, se puso de rodillas y le dijo: 'Si quieres, puedes limpiarme'.

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Biblia Reina Valera 1960

40 Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 Un hombre con lepra se acercó, se arrodilló ante Jesús y le suplicó que lo sanara. —Si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio —dijo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Se le acercó un leproso, que se arrodilló ante él y le suplicó: 'Si quieres, puedes limpiarme.

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Y llega a Él un leproso rogándole, y le dice: Si quieres, puedes limpiarme.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 Llégase a él un leproso que, suplicándole y puesto de rodillas, le dice: 'Si quieres, puedes dejarme limpio'.

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Marcos 1:40
20 Tagairtí Cros  

¿Hay algo difícil para el Señor? De aquí a un año volveré, y Sara tendrá un hijo'.


Que caiga sobre la cabeza de Joab y de toda su familia y que no falte nunca en la casa de Joab quien padezca gonorrea o lepra, hombres que anden con bastón, que caigan bajo la espada o que pasen hambre'.


El Señor castigó al rey, que estuvo leproso hasta su muerte; vivió en una casa aislada, mientras su hijo Jotán estaba al frente del palacio del gobierno de la nación.


Cuatro leprosos estaban en la puerta de la ciudad, y se dijeron mutuamente: '¿Qué hacemos aquí esperando la muerte?


Salomón había levantado en medio del atrio una tribuna de bronce de dos metros y medio de larga, dos y medio de ancha y uno y medio de alta. Se subió a ella, se arrodilló, y mirando al cielo, con las manos juntas oró así en presencia de toda la comunidad:


los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia el evangelio a los pobres:


Al llegar donde estaba la gente, se le acercó un hombre, se puso de rodillas ante él y le dijo:


Él, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: 'Quiero, queda limpio'.


Al salir Jesús de camino, un hombre corrió a preguntarle, arrodillándose ante él: 'Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?'.


Él se apartó de ellos como un tiro de piedra, se arrodilló y se puso a orar,


Y puesto de rodillas, gritó con fuerte voz: 'Señor, no les tengas en cuenta este pecado'. Y diciendo esto, expiró. Saulo aprobaba este asesinato.


Por estas razones doblo mis rodillas ante el Padre,


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