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Lucas 9:32 - Biblia Martin Nieto

32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero lograron mantenerse despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.

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Biblia Reina Valera 1960

32 Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

32 Pedro y los otros se durmieron. Cuando despertaron, vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres de pie junto a él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 Un sueño pesado se había apoderado de Pedro y sus compañeros, pero se despertaron de repente y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Y Pedro y los que estaban con él se hallaban cargados de sueño, pero habiéndose sacudido el sueño, vieron su gloria, y a los dos varones que estaban con Él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero se despertaron y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que con él estaban.

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Lucas 9:32
13 Tagairtí Cros  

Ya no será tu luz el sol durante el día, ni la claridad de la luna te alumbrará, pues el Señor será tu luz eterna, y tu Dios, tu esplendor.


Oí entonces el rumor de sus palabras y, al sentirlo, perdí el sentido y caí de bruces, rostro en tierra.


Al hablarme quedé sin sentido con el rostro en tierra, pero él me tocó y me hizo incorporarme.


Volvió otra vez y los encontró dormidos, vencidos por el sueño; y no sabían qué responder.


Y aquel que es la Palabra / se hizo carne, / y habitó entre nosotros, / y nosotros vimos su gloria, / gloria cual de unigénito / venido del Padre, / lleno de gracia y de verdad. /


Padre, yo quiero que también los que me has confiado estén conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, que me has dado, porque antes de la creación del mundo ya me amabas.


Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo basados en fábulas hábilmente imaginadas, sino como testigos oculares de su majestad.


Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal y como es.


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