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Jeremías 8:6 - Biblia Martin Nieto

6 He escuchado atentamente; no hablan como se debe; ninguno se arrepiente de su perversidad, y dicen: '¿Qué es lo que he hecho?'. Todos siguen su desenfrenada carrera, como el caballo vuela donde hierve la lucha.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

6 Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Escucho sus conversaciones y no oigo una sola palabra de verdad. ¿Hay alguien que esté apenado por haber hecho lo malo? ¿Hay alguien que diga: “¡Qué cosa tan terrible he hecho!”? ¡No! ¡Todos corren por el camino del pecado tan veloces como galopa un caballo a la batalla!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Ven y oyen, pero hablan otro lenguaje y nadie llora su maldad, diciendo: '¿Qué es lo que he hecho?' Todos prosiguen su loca carrera como un caballo que se lanza a la carga.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 He estado atento y he escuchado: No hablan rectamente, No hay quien se arrepienta de su maldad, y diga: ¿Qué he hecho? Cada cual se vuelve a su carrera, Como corcel desbordado en la batalla.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Estuve atento y oí: hablan como no deben nadie se arrepiente de su maldad diciendo: '¿Qué he hecho?'. Todos se precipitan en su carrera, como caballo lanzado al combate.

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Jeremías 8:6
24 Tagairtí Cros  

Diré a Dios: ¡No me condenes! Hazme saber de qué me acusas.


Si alguien dice a Dios: 'He sido seducido, no volveré a obrar mal;


si he pecado, instrúyeme; si he cometido injusticias, no volveré a hacerlo';


El Señor observa desde el cielo a los hombres, para ver si hay alguno cuerdo que busque a Dios.


Pero el Señor espera la hora de otorgaros su gracia; por eso se levanta para apiadarse de vosotros, porque el Señor es un Dios de justicia; felices los que en él esperan.


Por su grave perversidad me he irritado; lo herí y me oculté en mi enojo. Él se iba rebelde, por el camino de su corazón.


Ha visto que no hay nadie y se ha extrañado de que nadie intervenga. Entonces su brazo le ayudó y su justicia le sostuvo.


He oído lo que dicen los profetas que profetizan mentiras en mi nombre. Dicen: 'He tenido un sueño, he tenido un sueño'.


¿Estará airado siempre? ¿Durará eternamente su cólera? Así hablas, pero sigues haciendo todo el mal que puedes.


Recorred las calles de Jerusalén, mirad, informaos bien, buscad por sus plazas, a ver si encontráis un hombre, uno solo que practique la justicia, que busque la verdad, y yo perdonaré a esta ciudad.


Ha abierto los ojos y se ha convertido de los delitos cometidos; por eso vivirá, no morirá.


He buscado entre ellos un hombre que reparase el muro y se mantuviera en la brecha frente a mí en defensa del país, para que yo no lo devastase, y no lo he encontrado.


Todo Israel ha quebrantado tu ley, se ha extraviado sin querer escuchar tu voz. Por esto nos han sobrevenido las maldiciones que están escritas bajo juramento en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra él.


La lealtad ha desaparecido del país, no queda un hombre justo. Todos acechan para verter sangre; el hermano a su hermano para ponerle trampas.


Y me decía: 'Al menos tú me respetarás, aprenderás la lección y tu morada no será destruida'. Pero cada vez que le les he pedido cuentas se han apresurado a corromper aún más todas sus acciones.


Ahora, esto dice el Señor todopoderoso: Reflexionad sobre lo que os pasa:


Sí, esto dice el Señor todopoderoso: Reflexionad sobre lo que os pasa.


Así hablaban entre sí los que temen a Dios. Pero el Señor puso atención y escuchó, y se escribió ante él un libro en el que están registrados los que le temen y respetan su nombre.


El Señor no retarda el cumplimiento de la promesa, como creen algunos que le acusan de tardanza, sino que usa de paciencia con vosotros, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos alcancen el arrepentimiento.


Los demás hombres que no fueron exterminados por estas plagas no se arrepintieron de las obras de sus manos, ni cesaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que no podían ni ver, ni oír, ni caminar;


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