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Jeremías 50:7 - Biblia Martin Nieto

7 Todo el que lo encontraba lo devoraba, y sus enemigos decían: 'En esto no hacemos ningún mal, porque han pecado contra el Señor, sede de la justicia, esperanza de sus padres'.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Todos los que los hallaban, los devoraban; y decían sus enemigos: No pecaremos, porque ellos pecaron contra Jehová morada de justicia, contra Jehová esperanza de sus padres.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Todos los que los encontraban los devoraban. Sus enemigos decían: “No hicimos nada malo al atacarlos porque ellos pecaron contra el Señor, quien es su verdadero lugar de descanso y la esperanza de sus antepasados”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Todo el que los encontraba los devoraba, y sus enemigos decían: No corremos riesgos, pues pecaron contra Yavé, morada segura en el que confiaban sus padres.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Cuantos los hallaban, los devoraban. Sus enemigos decían: No hacemos mal, porque han pecado contra YHVH, morada de justicia; sí, contra YHVH, esperanza de sus padres.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Cuantos las hallaban las devoraban, y sus enemigos decían: 'No tenemos culpa, porque pecaron contra Yahveh, Yahveh, pastizal de justicia y esperanza de sus padres'.

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Jeremías 50:7
28 Tagairtí Cros  

pues tú eres mi esperanza, Señor, mi confianza desde mi juventud, oh Dios.


porque ellos devoraron a Jacob y devastaron su morada.


Oración de Moisés, hombre de Dios


Tú que vives bajo la protección del Dios altísimo y moras a la sombra del Dios omnipotente,


Yo, irritado contra mi pueblo, dejé profanar mi heredad, la abandoné en tus manos; pero tú no tuviste compasión; sobre el anciano cargaste tu pesado yugo.


Bestias todas del campo, venid a comer, bestias todas del bosque.


Pero el pueblo no ha vuelto hacia aquel que le hiere; no ha buscado al Señor omnipotente.


Derrama tu furor sobre las naciones que no te conocen, sobre los pueblos que tu nombre no invocan, porque han devorado a Jacob, lo han consumido y han devastado su morada.


Oh Señor, esperanza de Israel, su salvador en el tiempo de la angustia, ¿por qué has de ser como un extranjero en este país, como un caminante que se detiene sólo para pernoctar?


¡Oh esperanza de Israel, Señor, todos los que te abandonan serán cubiertos de vergüenza; los que se apartan de ti, serán condenados, porque abandonaron al Señor, la fuente de agua viva!


Israel era la posesión santa del Señor, las primicias de su cosecha; todo el que comía de ella lo pagaba, la desgracia caía sobre él, dice el Señor.


Esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: Todavía ha de emplearse esta expresión en la tierra de Judá y en sus ciudades cuando mejore yo su suerte: '¡Que el Señor te bendiga, sede de justicia, monte santo!'.


En aquel tiempo, en aquellos días, suscitaré a David un vástago legítimo, que ejecutará el derecho y la justicia en el país.


En aquellos días Judá será salvada y Jerusalén vivirá en seguridad, y éste será el nombre con que se la llamará: 'El Señor es nuestra justicia'.


Ella devorará tu cosecha y tu pan, devorará a tus hijos y a tus hijas, devorará tus carneros y tus vacas, devorará tus viñas y tus higos, arrasará tus ciudades fuertes en las que tanta confianza pones.


Alineaos en torno a Babilonia todos los que tensáis el arco; tirad contra ella sin ahorrar flechas, porque ha pecado contra el Señor.


Oveja descarriada era Israel, acosada por leones. Primero la devoró el rey de Asiria; luego Nabucodonosor, rey de Babilonia, le ha quebrado los huesos.


Esto dice el Señor omnipotente: Oprimidos están los israelitas y los judíos; todos los que los han hecho cautivos los retienen y se resisten a soltarlos.


Y ahora andan dispersas, por falta de pastor, presa de todas las fieras del campo;


Y sabrás que yo, el Señor, he oído todos los ultrajes que lanzabas contra los montes de Israel cuando decías: Están devastados, nos han sido dados como presa.


Señor, movido por tu misma justicia, retira tu cólera y tu furor de Jerusalén, que es tu ciudad, tu santo monte; pues a causa de nuestros pecados y de las injusticias de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo se han hecho el escarnio de todas las gentes circundantes.


No hemos escuchado a los profetas, tus siervos, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo del país.


y estoy muy indignado contra las gentes que viven despreocupadamente; yo estaba un poco indignado, pero ellos han aumentado su maldad.


Sus compradores las mataban sin incurrir en sanción, y sus vendedores dicen: 'Bendito sea el Señor; me voy a hacer rico'. Y sus pastores no tienen compasión de ellas.


Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por mandato de Dios, nuestro Salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza,


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