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Jeremías 38:4 - Biblia Martin Nieto

4 Aquellos dignatarios dijeron al rey: 'Pedimos la muerte de este hombre, que desalienta a los combatientes que quedan en esta ciudad y a todo el pueblo, al hablarles en tales términos. Es evidente que este hombre no busca el bien de este pueblo, sino su desgracia'.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y dijeron los príncipes al rey: Muera ahora este hombre; porque de esta manera hace desmayar las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Entonces los funcionarios fueron a ver al rey y le dijeron: —Señor, ¡este hombre debe morir! Esta forma de hablar desmoralizará a los pocos hombres de guerra que nos quedan, al igual que a todo el pueblo. ¡Este hombre es un traidor!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Y aquellos jefes dijeron al rey: 'Este hombre debe morir, porque sus discursos desalientan a los combatientes que quedan en esta ciudad y aun a todo el pueblo. Es evidente que este hombre no busca nuestro bien, sino que trata de perdernos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Entonces dijeron los príncipes al rey: ¡Te rogamos que este hombre sea ejecutado!, porque debilita las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras, pues no busca este hombre la paz de este pueblo, sino su mal.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Los jefes dijeron al rey: 'Hay que matar a este hombre, porque de este modo debilita las manos de los combatientes que quedan en esta ciudad y las manos de toda la población, diciéndoles semejantes cosas. Es claro que este hombre no busca el bien de este pueblo, sino el mal'.

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Jeremías 38:4
25 Tagairtí Cros  

Ajab dijo a Elías: '¿Así que me has sorprendido, enemigo mío?'. 'Sí, te he sorprendido -respondió Elías-; por haberte prestado a hacer lo que es malo a los ojos del Señor,


Se conjuraron contra él y, por orden del rey, lo apedrearon en el atrio del templo del Señor.


Sepa el rey que los judíos que vinieron y se establecieron en Jerusalén están reconstruyendo esta ciudad rebelde y malvada; quieren levantar las murallas y ya han echado los cimientos.


Lo que intentaban era meternos miedo, pensando que dejaríamos el trabajo, y la obra no se llegaría a realizar. Pero, por el contrario, yo proseguí con más ánimo.


Pero el rey de Egipto les dijo: '¿Por qué, Moisés y Aarón, revolucionáis al pueblo en sus trabajos? Id a vuestras obligaciones'.


Y el Señor omnipotente ha hablado así contra las gentes de Anatot, que andan buscando mi vida y dicen: ¡No profetices en nombre del Señor, si no quieres morir a nuestras manos!


Pero tú, Señor, conoces bien sus planes asesinos contra mí. No perdones su crimen, no borres de tu vista su pecado. ¡Caigan derribados ante ti, actúa contra ellos en el día de tu cólera!


Los sacerdotes y los profetas dijeron a los magistrados y a todo el pueblo: 'Este hombre debe ser condenado a muerte porque ha profetizado contra la ciudad, como habéis escuchado con vuestros propios oídos'.


Procurad el bien de la nación adonde yo os he deportado y rogad por ella al Señor, porque su prosperidad será también la vuestra.


Entonces el rey Sedecías juró en secreto a Jeremías: '¡Vive Dios que nos ha dado el aliento, que no te mataré ni te entregaré en poder de esos que andan buscando tu muerte!'.


Si los dignatarios llegan a saber que yo he hablado contigo y se presentan a ti para decirte: Queremos saber qué has dicho al rey y qué es lo que el rey te ha respondido; no nos ocultes nada, de lo contrario te mataremos,


sino Baruc, hijo de Nerías, que te incita contra nosotros con el fin de entregarnos en manos de los caldeos para que nos maten o nos deporten a Babilonia'.


Los jefes de la ciudad son como lobos ávidos de presa; derraman sangre y matan a las personas para amasar más y más dinero.


Amasías, sacerdote de Betel, mandó a decir a Jeroboán, rey de Israel: 'Amós conspira contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede soportar todas sus palabras.


y comenzaron a acusarle, diciendo: 'Nosotros lo hemos encontrado alborotando a nuestra nación, prohibiendo pagar tributo al césar y diciendo que él es el cristo rey'.


Los presentaron a los pretores y dijeron: 'Estos hombres alborotan nuestra ciudad. Son judíos,


al no encontrarlos, arrastraron a Jasón y algunos hermanos ante los magistrados, gritando: 'Éstos, que han revolucionado el mundo entero, se han presentado también aquí,


Hemos comprobado que este hombre es peor que la peste, promueve motines entre todos los judíos esparcidos en el mundo y es el jefe de la secta de los nazarenos;


Pero deseamos que nos digas lo que tú piensas; pues sabemos que esta secta encuentra oposición en todas partes'.


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