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Jeremías 14:12 - Biblia Martin Nieto

12 Aunque ayunen, no escucharé su súplica; aunque ofrezcan holocaustos y ofrendas, no los aceptaré; antes bien, aniquilaré a este pueblo con la espada, el hambre y la peste'.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Cuando ellos ayunen no les prestaré atención. Cuando me presenten sus ofrendas quemadas y las ofrendas de grano, no las aceptaré. En cambio, los devoraré con guerra, hambre y enfermedad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Aunque ayunen, no escucharé su súplica; aunque me presenten holocaustos y ofrendas, no los aceptaré. Al contrario, me preparo para acabar con ellos por la espada, el hambre y la peste.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Cuando ayunen, no escucharé su clamor, y cuando ofrezcan holocaustos y ofrendas de cereal, no los aceptaré, sino que con espada, hambre y pestilencia los consumiré.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Aunque ayunen, no escucho su clamor; aunque ofrezcan holocausto y oblación, no los quiero, sino que voy a acabar con ellos por medio de la espada, del hambre y de la peste'.

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Jeremías 14:12
32 Tagairtí Cros  

¿Escuchará acaso Dios su grito cuando sobre él se abate la desgracia?


Entonces ellos me llamarán y yo no responderé; me buscarán y no me encontrarán.


El sacrificio del injusto es un sacrilegio, pues lo ofrece con malas intenciones.


El que aparta su oído para no escuchar la ley, incluso su oración es un sacrilegio.


¿Por qué vamos a ayunar si tú no lo ves, por qué mortificarnos si tú no te enteras? Mirad, el día de ayuno andáis de negocios y oprimís a todos vuestros jornaleros.


Por eso, esto dice el Señor: 'Voy a mandar contra ellos un desastre al que no podrán escapar; clamarán a mí, pero yo no los escucharé.


Y tú no intercedas en favor de este pueblo, no eleves por ellos ni súplicas ni oraciones: porque no les escucharé cuando acudan en el tiempo de su desgracia'.


El Señor me dijo: 'Aunque se presentaran ante mí Moisés y Samuel, mi alma no se inclinaría hacia este pueblo. Échalos de mi presencia, que se vayan.


Morirán de mala muerte; no serán llorados ni sepultados, sino que quedarán como estiércol en el campo; perecerán por la espada y el hambre, y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias salvajes'.


Heriré a los habitantes de esta ciudad, hombres y bestias, con una gran peste, y morirán.


Los convertiré en objeto de horror para todos los reinos de la tierra; oprobio, chisme, escarnio y maldición en todos los países en que los arroje.


Mira, los terraplenes que han levantado para el asalto alcanzan ya la ciudad, y la ciudad va a ser entregada en manos de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y la peste. Todo lo que has anunciado se está verificando, y tú lo ves.


¿Qué me importa el incienso traído de Sabá y la caña aromática que viene de lejano país? Vuestros holocaustos no me agradan, ni vuestros sacrificios me complacen.


Voy a arrancarlos de raíz -dice el Señor-, pues no hay racimos en la vid, no hay higos en la higuera, y hasta el follaje está marchito. Les mandaré un pueblo que los aventará.


'Ea, llamad a las plañideras, mandadles venir; escoged a las más hábiles; que vengan


Y si mandase la peste sobre aquel país y desahogase en sangre mi ira contra ellos exterminando hombres y animales,


Esto dice el Señor Dios: 'Cuando yo mande contra Jerusalén estos cuatro azotes: espada, hambre, animales feroces y peste para exterminar de ella hombres y animales,


¡Pues yo también obraré con furor! No tendré piedad con ellos, ni compasión. Lanzarán gritos a mis oídos, pero no los escucharé'.


Con sus ovejas y sus vacas van en busca del Señor, mas no lo encuentran: se aparta de ellos.


Odio, aborrezco vuestras fiestas, no me agradan vuestras solemnidades.


Y luego clamarán al Señor, pero él no les responderá; les ocultará su rostro en aquel tiempo por los crímenes que cometieron.


Y sucedió que, así como él los llamaba y no quisieron escuchar, así también ellos clamaron y yo no los escuché, dice el Señor todopoderoso.


¡Ojalá uno de vosotros cerrara las puertas del templo, para que no se encienda más inútilmente mi altar! No, no estoy contento con vosotros -dice el Señor todopoderoso- y no me agradan las ofrendas de vuestras manos.


Otra cosa hacéis también vosotros: cubrís de lágrimas, de llantos y gemidos el altar del Señor porque él no acepta ya vuestras ofrendas ni recibe con agrado lo que presentan vuestras manos.


Y apareció un caballo pajizo, cuyo jinete se llamaba muerte (el abismo le acompañaba). Le fue dado poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con la espada, con el hambre, con la peste y con las fieras de la tierra.


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