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Jeremías 12:12 - Biblia Martin Nieto

12 A todas las alturas peladas del desierto han llegado los devastadores -porque el Señor blande una espada que devora-; de un extremo al otro del país no hay paz para nadie.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Sobre todas las alturas del desierto vinieron destruidores; porque la espada de Jehová devorará desde un extremo de la tierra hasta el otro; no habrá paz para ninguna carne.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Se pueden ver ejércitos destructores en todas las cumbres desiertas de las colinas. La espada del Señor devora a la gente de un extremo al otro de la nación. ¡Nadie escapará!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Los saqueadores han subido a todas las alturas peladas del desierto, pues Yavé tiene una espada que devora de un extremo al otro del país y nadie se salvará.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Los asoladores han venido, Se ven sobre todas las alturas del desierto, Porque la espada de YHVH devora, Desde el uno hasta el otro extremo de la tierra, Y no hay paz para ninguna carne.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 A todas las crestas del desierto llegaron saqueadores, pues Yahveh tiene una espada que devora de un extremo a otro del país sin dejar en paz a nadie.

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Jeremías 12:12
31 Tagairtí Cros  

La espada del Señor está llena de sangre, empapada de grasa, de sangre de corderos y de machos cabríos, de grasa de riñones de carneros. Pues el Señor va a hacer un sacrificio en Bosra, una gran matanza en el país de Edón.


No hay paz -dice mi Dios- para los malhechores.


Y si te dicen: ¿Adónde vamos a ir?, les responderás: Esto dice el Señor: ¡Quien está destinado a la peste, a la peste; quien a la espada, a la espada; quien al hambre, al hambre; quien al cautiverio, al cautiverio!


Pues esto dice el Señor: 'No entres en la casa en que se hace duelo. No vayas a llorar, ni a consolarlos, porque -dice el Señor- yo he retirado de este pueblo mi paz, mi misericordia y mi compasión.


Todo este país será convertido en ruinas, en desolación, y permanecerán en esclavitud entre las naciones durante setenta años.


Alza los ojos hacia los collados y mira: ¿Hay un lugar en que no te hayas entregado? Junto a los caminos te sentabas, esperándolos como un árabe en el desierto. Has profanado esta tierra con tus prostituciones y tus crímenes.


Un grito se deja oír en los collados; llantos y súplicas de los hijos de Israel, porque han perdido su camino, han olvidado al Señor, su Dios.


Esto dice el Señor: Un grito de terror se ha oído, espanto, que no paz.


Por tanto, esto dice el Señor: Vosotros no me habéis escuchado, concediendo cada uno la libertad a su propio hermano, a su prójimo. Pues bien, yo también - dice el Señor- voy a proclamar contra vosotros la libertad de la espada, la peste y el hambre. Os convertiré en objeto de horror para todos los reinos de la tierra.


Sí, así habla el Señor: Todo el país será devastado, yo llevaré a cabo un total exterminio.


Es el día del Señor Dios, día de venganza, para vengarse de sus enemigos. Su espada devorará, se saciará, se embriagará de la sangre de ellos. ¡Un sacrificio que celebra el Señor Dios omnipotente en las tierras del norte, junto al río Éufrates!


¡Oh espada del Señor!, ¿nunca descansarás? ¡Vuelve a tu vaina, detente, cálmate!


¡No existe ya la fama de Moab! En Jesbón se maquina su infortunio: ¡Vamos a suprimirla de entre las naciones! También tú, Madmén, vas a caer; ya la espada está vuelta contra ti.


Esperábamos la paz, y no ha llegado bien alguno; el tiempo de la curación, y he aquí el terror.


Me ha quitado la paz del alma, ya no sé qué es la dicha.


O si yo hiciese venir contra ese país la espada y dijese: Que pase la espada por ese país y extermine hombres y animales,


Pero a sus ojos les parece esto un presagio mentiroso; se les había hecho una promesa, pero él recuerda su iniquidad, por la cual serán deportados.


Entonces todo mortal verá que yo, el Señor, lo he encendido. ¡No se apagará!'.


Dirás al país de Israel: Esto dice el Señor Dios: Aquí estoy contra ti; sacaré la espada de la vaina y mataré en ti al justo y al malvado.


Para eso saldrá mi espada de su vaina contra todo mortal, de sur a norte, para exterminar de ti al justo y al malvado.


Cuando se cumplan los días del asedio, quemarás al fuego una tercera parte en medio de la ciudad, otra tercera parte la cortarás a espada en sus alrededores y la otra la esparcirás al viento, mientras que yo desenvainaré la espada detrás de ellos.


A vosotros os dispersaré entre las naciones y os perseguiré con la espada desenvainada. Vuestra tierra será una desolación y vuestras ciudades un montón de ruinas.


si van cautivos delante de sus enemigos, ordenaré a la espada que los mate; yo pondré mis ojos sobre ellos para su mal y no para su bien.


También vosotros, etíopes, caeréis bajo mi espada.


Emborracharé de sangre mis flechas / y mi espada se hartará de carne; / sangre de heridos y cautivos, / cabezas de jefes enemigos.


Y salió otro caballo rojo; a su jinete se le dio poder para quitar la paz de la tierra y hacer que los hombres se mataran unos a otros, y se le dio una gran espada.


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