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Isaías 47:5 - Biblia Martin Nieto

5 Siéntate en silencio, escóndete en la sombra, hija de los caldeos, pues no se te volverá a llamar señora de los reinos.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Siéntate, calla, y entra en tinieblas, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán señora de reinos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 «Oh Babilonia hermosa, siéntate ahora en oscuridad y en silencio. Nunca más serás conocida como la reina de los reinos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Siéntate en silencio, colócate en la sombra, hija de los caldeos. Ya nunca más te llamarán soberana de los reinos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Siéntate y calla, y entra en las tinieblas, oh hija de los caldeos, Porque nunca más te volverán a llamar soberana de reinos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Siéntate en silencio y entra en la oscuridad hija de los caldeos, que ya no te llamarán soberana de reinos.

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Isaías 47:5
25 Tagairtí Cros  

mira a tu siervo con ojos de bondad y sálvame por tu amor.


pone fin a la guerra hasta el confín del mundo, rompe el arco, parte la lanza y quema los escudos.


Las estrellas del cielo y sus constelaciones ya no alumbrarán; el sol se oscurecerá desde que sale, la luna ya no enviará su luz.


La convertiré en dominio de erizos, en lagunas, y la barreré con la escoba de la devastación -oráculo del Señor omnipotente-.


pronunciarás esta sátira contra el rey de Babilonia: ¡Cómo ha acabado el tirano, en qué paró su arrogancia!


Y he visto llegar caballería, una pareja de caballeros. Me han hablado, me han dicho: ¡Ha caído, ha caído Babilonia, y todas las estatuas de sus ídolos están en tierra hechas pedazos!


Enmudeced, habitantes de la costa, mercaderes de Sidón, que con su carga surcaban el mar


¡Baja, siéntate en el polvo, virgen, hija de Babilonia! Siéntate en tierra, destronada, hija de los caldeos. Pues no se te llamará más la dulce, la exquisita.


Decías: Seré soberana para siempre, perpetuamente lo seré; mas no reflexionaste en esto, ni pensaste en su fin.


Haré desaparecer de entre ellos los gritos de alegría y algazara, el canto del esposo y de la esposa, el ruido del molino y la luz de la lámpara.


¿Por qué nos estamos sentados? Reuníos, entremos en nuestras ciudades fortificadas para morir allí, porque el Señor nuestro Dios nos entrega a la muerte, nos da a beber agua envenenada por haber pecado contra él.


¡Ay, cómo está postrada en soledad la ciudad tan populosa! Como una viuda se ha quedado la grande entre las naciones. La señora entre las provincias ha sido esclavizada.


En tierra están sentados y enmudecen los ancianos de la hija de Sión; han esparcido ceniza en su cabeza, se han vestido de sayal; doblegan su cabeza hasta la tierra las doncellas de Jerusalén.


El Señor, en cambio, está en su santo templo; silencio ante él, tierra entera.


Yo levantaré mi mano contra ellas, y serán presa de los que eran sus esclavos. Entonces sabréis que el Señor omnipotente me ha enviado.


olas bravías del mar, que arrojan la espuma de sus impurezas; estrellas errantes, a las que est reservada la oscuridad de las tinieblas por toda la eternidad.


Y la mujer que has visto es la gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra'.


cuanto se ha procurado de gloria y de lujo, dadle de tormento y de duelo. Porque ella dice en su corazón: Estoy sentada como reina, y no soy viuda; no conoceré jamás el duelo,


Él guarda los pasos de sus fieles, mientras que los malvados perecerán en las tinieblas, pues no es por la fuerza como vence el hombre.


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