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Isaías 32:9 - Biblia Martin Nieto

9 Mujeres despreocupadas, levantaos; escuchad mi voz, hijas confiadas; prestad oído a mi palabra.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Escuchen, mujeres, ustedes que están acostumbradas a la buena vida. Escúchenme, ustedes que son tan engreídas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Mujeres despreocupadas, levántense, oigan lo que les digo; hijas demasiado confiadas, escuchen mis palabras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 ¡Oh mujeres indolentes, levantaos! Damas confiadas, escuchad mis razones, y oíd mi voz:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Mujeres descuidadas, levantaos, escuchad ni voz; hijas confiadas, atended a mi palabra:

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Isaías 32:9
15 Tagairtí Cros  

estamos hartos de las burlas de los ricos y del desprecio de los orgullosos.


Prestad oído, oíd mi voz; estad atentos, escuchad mi palabra.


El Señor dice: Por la altivez de las hijas de Sión, que pasan erguida la cabeza y los ojos provocadores; que caminan a pasitos menudos, haciendo tintinear los aros de sus pies,


¡Vosotras, mujeres, escuchad la palabra del Señor, reciban vuestros oídos la palabra de su boca! Enseñad a vuestras hijas esta elegía, decíos unas a otras esta lamentación:


Ha escalado la muerte por nuestras ventanas, ha penetrado en nuestros palacios, segando a los niños por las calles, a los jóvenes por las plazas.


Los que comían manjares exquisitos se mueren de hambre por las calles; los que se criaban entre púrpura yacen ahora en la basura.


Ésta es la ciudad alegre que vivía confiada y decía en su corazón: '¡Yo, y sólo yo!'. ¡Cómo ha quedado desolada! ¡Una guarida de fieras! Todo el que pasa junto a ella silba y agita la mano.


¡El que tenga oídos que oiga!'.


La mujer más delicada y refinada entre vosotros, que por su delicadeza apenas se atrevía a pisar la tierra con la planta de sus pies, mirará con malos ojos al marido de su corazón y a sus hijos


Cuando Jotán lo supo, fue a situarse en la cumbre del monte Garizín, levantó su voz y dijo: '¡Oídme, nobles de Siquén, y que Dios os escuche!


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