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Isaías 1:7 - Biblia Martin Nieto

7 Vuestro país es un desierto; vuestras ciudades, pasto del fuego; vuestro suelo, ante vuestros mismos ojos, extranjeros lo devoran; es una desolación, como las ruinas de Sodoma.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Su país yace en ruinas, y sus ciudades han sido incendiadas. Los extranjeros saquean sus campos frente a sus propios ojos y destruyen todo lo que ven a su paso.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Su país es una soledad con ciudades hechas cenizas; ustedes vieron las cosechas, y el enemigo se las comió; esta ruina no es menos que la de Sodoma.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Vuestra tierra está asolada, vuestras ciudades incendiadas, Vuestro país, devorado ante vosotros mismos; Desolado, como la desolación que causan los extraños.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Vuestro país, un desierto; vuestras ciudades, incendiadas; vuestra tierra, ante vosotros, extranjeros la devoran. Es un desierto, como una destrucción a mano de extranjeros.

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Isaías 1:7
37 Tagairtí Cros  

El Señor, su Dios, lo entregó en manos del rey de Siria, que lo derrotó, haciéndole gran número de prisioneros, que fueron conducidos cautivos a Damasco. Fue entregado también en manos del rey de Israel, que le infligió una gran derrota.


un terreno fértil en salinas, por la maldad de sus habitantes.


Cuando vienen a menos y decaen a causa de la opresión, el infortunio o la desgracia,


que el acreedor se haga con todo lo que tiene, y el fruto de su trabajo se lo roben los extraños;


La hija de Sión ha quedado como una choza en una viña, como un tugurio en melonar, como ciudad sitiada.


Así Jerusalén caerá en ruinas y Judá se hundirá, pues sus palabras y sus hechos se oponen al Señor y desafían su majestad.


Sus torrentes se transforman en pez, y su tierra en azufre; su país queda hecho un brasero de pez;


Pues tus escombros y tus ruinas y tu tierra devastada serán ahora demasiado estrechos para tus habitantes; tus destructores, en cambio, estarán lejos.


Los corderos pastarán como en su pasto, y los cabritos engordarán entre las ruinas.


En mis oídos ha sonado la palabra del Señor omnipotente: ¡Las muchas casas quedarán en ruinas; grandes y bellas, no habrá quien las habite!


Yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y me respondió: Hasta que las ciudades estén devastadas y desiertas, las casas vacías y la tierra abandonada;


No serás ya la abandonada, la maldecida de los viandantes; yo haré de ti una gloria eterna, una delicia de todas las generaciones.


El Señor lo ha jurado por su diestra, por su potente brazo: No daré más tu grano como alimento a tus enemigos, ni extranjeros beberán más tu vino por el que te afanaste,


Nuestro templo santo y glorioso, donde te alabaron nuestros padres, ha sido devorado por el fuego, y todo lo que hacía nuestras delicias está en ruinas.


La cólera del Señor omnipotente ha incendiado la tierra, y el pueblo se ha vuelto pasto de las llamas. Nadie perdona a su vecino.


Que un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; sobre sus hombros el imperio, y su nombre será: Consejero admirable, Dios potente, Padre eterno, Príncipe de la paz,


Contra él han rugido leones, han lanzado su aullido. Ha sido devastada su tierra, sus ciudades incendiadas, despobladas.


De su espesura se abalanza el león, el destructor de naciones se pone en marcha, abandona su morada para reducir tu país a un desierto; tus ciudades serán arrasadas, despobladas.


Por eso se encendieron mi furor y mi cólera y consumieron las ciudades de Judá y las calles de Jerusalén, dejándolas convertidas en desolación y ruinas, como lo están actualmente.


Déjate amonestar, Jerusalén, si no quieres que mi alma se retire de ti y te conviertas en un desierto, en un país despoblado.


Y yo haré cesar en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén los gritos de júbilo y algazara, los cantos del esposo y de la esposa, porque el país se convertirá en una desolación.


Nuestra heredad ha pasado a extranjeros, nuestras casas a extraños.


por eso yo te entrego en manos de los hijos de oriente. Levantarán en ti sus campamentos, emplazarán en ti sus tiendas, comerán tus frutos y beberán tu leche.


Dejaré secos sus Nilos, abandonaré el país en manos de asesinos, devastaré la tierra y cuanto encierra por mano de extranjeros. Yo, el Señor, he hablado.


Los extranjeros devoran su fuerza sin que él se dé cuenta; se ha llenado de canas, pero él no lo ha notado.


Siembran viento, recogerán tempestad; su grano no dará mies, ni la espiga dará harina; y si la da, los extranjeros la devorarán.


A vosotros os dispersaré entre las naciones y os perseguiré con la espada desenvainada. Vuestra tierra será una desolación y vuestras ciudades un montón de ruinas.


Entonces la tierra disfrutará de sus descansos sabáticos mientras dure su desolación y vosotros estéis en tierra de vuestros enemigos. Entonces podrá la tierra descansar y recuperar sus sábados.


quitaré de tu mano las hechicerías y no tendrás más adivinos.


Por eso voy a castigarte, a destruirte por tus crímenes.


Un pueblo desconocido para ti comerá las cosechas de tu tierra y el fruto de todas tus fatigas, mientras tú serás siempre oprimido y aplastado.


El extranjero que vive en tu tierra subirá cada vez más, y tú bajarás cada día más;


Y todas las naciones se preguntarán: ¿Por qué el Señor ha tratado así a esta tierra? ¿Por qué se encendió tanto su furor?


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