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Hechos 8:1 - Biblia Martin Nieto

1 Aquel día se desencadenó una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén; y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Saulo fue uno de los testigos y estuvo totalmente de acuerdo con el asesinato de Esteban. Ese día comenzó una gran ola de persecución que se extendió por toda la iglesia de Jerusalén; y todos los creyentes excepto los apóstoles fueron dispersados por las regiones de Judea y Samaria.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Saulo estaba allí y aprobaba el asesinato. Este fue el comienzo de una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Saulo consintió en su asesinato, y en aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia en Jerusalem, y todos fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Saulo estaba de acuerdo con aquella muerte. Comenzó aquel día una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén y todos se dispersaron por los lugares de Judea y de Samaría, a excepción de los apóstoles.

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Hechos 8:1
35 Tagairtí Cros  

les mandé a decir: 'Estoy ocupado en una obra importante y no me es posible ir; la obra se pararía si la dejo para ir a veros'.


El rey Darío, siguiendo el consejo, firmó el documento de prohibición.


Mi Dios ha mandado a su ángel, que ha cerrado la boca de los leones, y no me han hecho ningún mal, porque soy inocente a sus ojos; y tampoco ante ti, oh rey, he cometido falta alguna'.


los demás echaron mano a los criados, los maltrataron y los mataron.


a unos los mataréis y crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad,


'Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se desvirtúa, ¿con qué se salará? Para nada vale ya, sino para tirarla a la calle y que la gente la pise'.


Recordad que os he dicho: 'El criado no es más que su amo'. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; y si han rechazado mi doctrina, también rechazarán la vuestra.


Os echarán de las sinagogas; más aún, se acerca la hora en que os quitarán la vida creyendo que con ello dan culto a Dios.


pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros para que seáis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra'.


En la Iglesia de Antioquía había profetas y doctores: Bernabé y Simón, apodado el Negro; Lucio de Cirene; Manahén, hermano de leche de Herodes el virrey, y Saulo.


Pues bien, David, después de haber cumplido durante su vida la voluntad de Dios, murió, fue sepultado con sus padres y vio la corrupción.


alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. El Señor añadía cada día al grupo a todos los que entraban por el camino de la salvación.


Cuando se derramó la sangre de Esteban, tu testigo, yo mismo estaba allí, consintiendo y guardando las ropas de los que lo mataban.


y lo hice, en efecto, en Jerusalén; con la autorización de los sumos sacerdotes, metí en la cárcel a muchos fieles y di mi voto para que los condenaran a muerte.


detuvieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública.


'Id al templo y anunciad con valentía al pueblo todo lo referente a esta nueva vida'.


Ellos, enfurecidos con estas palabras, querían matarlos.


Llamaron a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron terminantemente hablar más de Jesús y los soltaron.


Él es el que, en la asamblea, en el desierto, estuvo con el ángel que les hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres; el que escribió palabras de vida para transmitírnoslas;


Al oír esto estallaban de rabia sus corazones, y rechinaban los dientes contra él.


lo llevaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos habían dejado sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo.


Los apóstoles, que estaban en Jerusalén, al saber que Samaría había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan;


Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él.


Los que tuvieron que salir huyendo fueron por todas partes anunciando la palabra.


Felipe llegó a la ciudad de Samaría, y se puso a predicar a Cristo.


La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría; se consolidaba y progresaba en la fidelidad al Señor, y se extendía alentada por el Espíritu Santo.


saben bien que Dios declara reos de muerte a los que hacen tales cosas y, sin embargo, ellos las hacen y aplauden a los que las hacen.


Hermanos, quiero que sepáis que las cosas que me han ocurrido han venido a favorecer el progreso del evangelio,


Por la fe huyó de Egipto sin temor a las iras del rey y se mantuvo firme como si viese al invisible.


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