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Habacuc 1:12 - Biblia Martin Nieto

12 ¿No eres tú el Señor desde el principio, mi Dios, mi santo? Tú eres inmortal. Señor, tú los has puesto para ejercer el derecho, los has establecido para hacer justicia.

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Biblia Reina Valera 1960

12 ¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Oh Señor mi Dios, Santo mío, tú que eres eterno, ¡no puede ser que estés planeando acabar con nosotros! Oh Señor, nuestra Roca, tú has enviado a los babilonios para corregirnos y castigarnos por nuestros muchos pecados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Mi Dios, mi Santo ¿no eres tú el Yavé de antes que no puede morir? ¿Has hecho de este pueblo, oh Yavé, el instrumento de tu justicia? ¿Acaso lo has escogido, Roca mía, para corregirnos?

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 ¡Oh YHVH, Dios mío y Santo mío! ¿Acaso no eres Tú desde el principio? ¡Oh YHVH, Tú no mueres!° Tú has señalado este castigo para juicio, y Tú, oh Roca, los has establecido como reprensión.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 ¿No eres tú desde siempre, Yahveh, mi Dios, mi Santo, tú que no puedes morir? Para juzgar, ¡oh Yahveh!, lo designaste, para castigar, ¡oh Roca!, lo pusiste.

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Habacuc 1:12
48 Tagairtí Cros  

Abrahán plantó en Berseba un tamarisco e invocó allí al Señor, Dios de la eternidad.


¿No estás enterado? De antiguo lo he preparado, desde tiempos remotos lo tengo decidido; ahora lo llevo a efecto. Así redujiste a montones de escombros las ciudades fortificadas;


En pleno camino ha agotado mis fuerzas, ha acortado mis días;


No, no moriré, seguiré viviendo para contar las obras del Señor;


Que Israel se regocije en su hacedor, y los hijos de Sión festejen a su rey.


Levántate, Señor; sal a su encuentro, derríbalos; líbrame con tu espada del malvado.


Al maestro de coro. Del siervo de Dios, David, que entonó a Dios este cántico después de haber sido liberado de sus enemigos, especialmente de Saúl


Pero Dios es mi rey desde el principio, el que obra salvaciones en la tierra:


Oración de Moisés, hombre de Dios


Antes que surgieran las montañas, antes que la tierra y el mundo se engendraran, desde siempre y por siempre tú eres Dios.


desde el principio tu trono está bien firme, desde siempre existes tú.


¡Ay de los que bajan a Egipto en busca de ayuda!; de los que confían en caballos y ponen su esperanza en el número de sus carros y en la fuerza de sus jinetes, pero no han puesto sus ojos en el Santo de Israel ni han consultado al Señor.


¿A quién has injuriado y ultrajado? ¿Contra quién has levantado la voz y alzado altivamente tus miradas? ¡Contra el Santo de Israel!


¿Lo oyes bien? Desde hace mucho he preparado esto; desde tiempos lejanos lo he trazado, y ahora lo ejecuto: tú tenías que convertir las ciudades fortificadas en un montón de ruinas.


¿No lo sabes? ¿No lo has oído? El Señor es un Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, su inteligencia es insondable.


Yo, el Señor, vuestro santo, el creador de Israel, vuestro rey.


Esto dice el Señor, el redentor, el Santo de Israel, al despreciado, al aborrecido de las gentes, al esclavo de los tiranos: Los reyes, al verte, se levantarán, los príncipes se inclinarán por causa del Señor, que es leal, del Santo de Israel, que te ha elegido.


Pues esto dice el altísimo, el excelso, el que habita una morada eterna y cuyo nombre es santo: Yo habito en una morada excelsa y santa, pero también estoy con el hombre arrepentido y humilde, para reanimar el espíritu de los humildes, para reconfortar el corazón afligido.


Porque yo estoy contigo -dice el Señor- para salvarte. Aniquilaré a todas las naciones entre las que te he dispersado. A ti no te aniquilaré; sólo te castigaré como mereces y no te dejaré pasar nada.


Sí, así habla el Señor: Todo el país será devastado, yo llevaré a cabo un total exterminio.


No, no temas, siervo mío Jacob -dice el Señor-, porque yo estoy contigo. Aniquilaré a todas las naciones donde te he dispersado; pero a ti no te exterminaré, aunque te castigaré como mereces y no te dejaré pasar nada.


Sin embargo -dice el Señor-, ni siquiera en aquellos días os destruiré por completo.


Mas tú, Señor, por siempre permaneces; tu trono, de generación en generación.


Sí, robusteceré los brazos del rey de Babilonia, mientras que los brazos del Faraón caerán. Sabrán entonces que yo soy el Señor, cuando ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia y él la esgrima sobre la tierra de Egipto.


Por eso el Señor los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel.


¡Señor, he conocido tu fama; Señor, tengo un gran respeto por tu obra! ¡Hazla revivir en nuestro tiempo, en nuestro tiempo dala a conocer y en la ira acuérdate de compadecerte!


Se alza él, y hace temblar la tierra; mira, y las naciones se estremecen; los montes eternos se dislocan, los collados antiguos se deshacen, pero sus caminos son eternos.


Yo vendré a juzgaros; seré testigo acusador contra los hechiceros, contra los adúlteros y los perjuros, contra los que explotan al jornalero, a la viuda y al huérfano y violan el derecho del extranjero sin ningún temor de mí -dice el Señor todopoderoso-.


Pues yo, el Señor, no cambio; y vosotros no dejáis de ser hijos de Jacob.


pero vosotros rechazasteis al santo y justo, y pedisteis la libertad de un asesino;


Él es la roca, sus obras son perfectas, / todos sus caminos son la justicia misma; / el Dios fiel, en él no hay maldad; es justo y recto.


El Dios de otro tiempo / es tu refugio, / y tu sostén sus brazos eternos. Expulsa delante de ti al enemigo, / y a ti te dice: / Destrúyelo.


Al rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.


el único que posee la inmortalidad, que habita una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. A él, honor y poder eterno. Amén.


Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y lo será por siempre.


que decía: 'Lo que ves escríbelo en un libro y mándaselo a las siete Iglesias: a Éfeso, a Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea'.


Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que viene, el todopoderoso.


Nadie como el Señor es santo -fuera de ti no hay otros-, no hay roca como nuestro Dios.


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