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Ester 4:4 - Biblia Martin Nieto

4 Las doncellas de Ester y sus eunucos fueron a decírselo. La reina lo sintió grandemente y envió vestidos a Mardoqueo para que se los pusiese y se quitase el saco, pero él no quiso.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y vinieron las doncellas de Ester, y sus eunucos, y se lo dijeron. Entonces la reina tuvo gran dolor, y envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio; mas él no los aceptó.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Cuando las doncellas y los eunucos de la reina Ester se le acercaron y le contaron lo de Mardoqueo, ella se angustió profundamente. Le envió ropa para reemplazar la tela áspera, pero él la rechazó.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Cuando Ester se enteró de todo eso por medio de sus damas y de sus eunucos, quedó horrorizada. Mandó ropa a Mardoqueo para que se la pusiera en vez del saco, pero éste se negó.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Cuando las doncellas de Ester y sus eunucos le informaron, la reina se estremeció° en gran manera. Luego envió vestiduras para que se las vistiera Mardoqueo, y se quitara de encima su saco,° pero él no lo aceptó.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Las doncellas de Ester y sus eunucos entraron a comunicárselo; y la reina sintió inmensa angustia. Mandó vestidos para que se los pusiera Mardoqueo y se quitara el sayal, pero él no los aceptó.

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Ester 4:4
10 Tagairtí Cros  

Sus hijos y sus hijas fueron todos a consolarle, pero él rechazó todo consuelo y dijo: 'Quiero bajar de luto a la tumba con mi hijo'. Y su padre lo lloró.


Jehú levantó su rostro hacia la ventana y exclamó: '¿Quién está conmigo? ¿Quién?'. Se asomaron dos o tres eunucos,


Pero la reina Vasti se negó, a pesar del mandato del rey transmitido por los eunucos. El rey se enfadó mucho, montó en cólera y


En todas las provincias y lugares donde fue publicado el edicto del rey no había más que luto, ayunos, lloros y lamentos por parte de los judíos. El saco y las cenizas fueron el lecho de muchos.


Llamó entonces Ester a Hatac, uno de los eunucos que el rey había puesto a su servicio, y lo mandó a preguntar a Mardoqueo qué pasaba y por qué hacía aquello.


Yo llamo a Dios gritando, yo llamo a Dios, y él me escucha.


El extranjero que se entrega al Señor no diga: ¡Sin duda el Señor me excluirá de su pueblo! Ni diga el eunuco: 'Yo no soy más que un árbol seco'.


Esto dice el Señor: Un grito se ha oído en Ramá, un lamento, llanto amargo: es Raquel, que llora a sus hijos, y no quiere consolarse de sus hijos porque ya no existen.


Y se puso en marcha. En esto un etíope eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía, administrador de todos sus bienes, que había venido a Jerusalén,


Os cobrará los diezmos de vuestras mieses y de vuestras viñas para dárselos a sus eunucos y oficiales.


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