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Eclesiastés 12:13 - Biblia Martin Nieto

13 Fin del discurso. Todo está dicho. Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque en eso consiste ser hombre.

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Biblia Reina Valera 1960

13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Conclusión del discurso: todo ha sido dicho. Teme a Dios y observa sus mandamientos: allí está todo para el hombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 La conclusión de todo discurso oído, es: Teme a Ha-’Elohim, y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Fin del discurso. Una vez oído todo, teme a Dios y guarda sus mandamientos: eso es lo que al hombre corresponde.

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Eclesiastés 12:13
27 Tagairtí Cros  

Y el ángel le dijo: 'No lleves tu mano sobre el muchacho, ni le hagas mal alguno. Ya veo que temes a Dios, porque no me has negado a tu hijo, tu hijo único'.


Observa los preceptos del Señor, tu Dios, caminando por sus sendas, guardando sus mandamientos, sus preceptos, sus decretos y normas, según está escrito en la ley de Moisés, a fin de que tengas éxito en cuanto hagas y emprendas,


Y dijo al hombre: 'Temer al Señor es la sabiduría; huir del mal, he ahí la inteligencia'.


El temor del Señor es el principio de la sabiduría, los que la practican son gente lista: su alabanza permanece eternamente.


Él cumple los deseos de sus fieles, escucha su clamor y los libera;


el Señor se complace en sus amigos, en aquellos que confían en su amor.


El temor del Señor es el principio de la sabiduría. Los insensatos desprecian la sabiduría y la disciplina.


El temor del Señor conduce a la vida, se vive satisfecho y sin que visite la desgracia.


No tengas envidia de los pecadores; antes bien, teme siempre al Señor,


Resolví en mi corazón regalar mi cuerpo con el vino, guiando mi corazón con la sabiduría, y entregarme a la necedad para ver dónde está la felicidad de los hombres y lo que hacen debajo de los cielos durante los días de su vida.


Yo sé que todo lo que Dios hace subsiste para siempre; a ello nada se puede añadir ni de ello se puede quitar nada, y así hace Dios que se le tema.


Si ves en la región al pobre oprimido, el derecho y la justicia violados, no te sorprendas por eso; es que sobre una autoridad hay vigilando otra autoridad, y sobre ésta hay aún otras autoridades.


Quién sabe lo que es bueno para el hombre en la vida, durante los días de su vida de vanidad, que él pasa como una sombra? ¿Quién podrá decir al hombre lo que después de él sucederá bajo el sol?


Es bueno que esto sujetes y que de aquello no retires tu mano; porque quien teme a Dios cumple lo uno y lo otro.


Porque el delincuente comete cien delitos, y no le hacen nada; con todo, yo también sé que llega la felicidad a los que temen a Dios, porque lo temen;


El que guarda sus mandatos no experimenta el infortunio, y el sabio sabe cuándo y cómo debe guardarlos.


Se te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que el Señor exige de ti. Es esto: practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con tu Dios.


su misericordia de generación en generación / para todos sus fieles. /


Y ahora, Israel, ¿qué es lo que te pide el Señor, tu Dios? Que respetes al Señor, tu Dios; que sigas sus caminos, que le sirvas y que le ames con todo tu corazón y con toda tu alma;


Respeta al Señor, tu Dios; sírvele, vive unido a él y jura por su nombre.


Recuerda el día que estabas en presencia del Señor, tu Dios, en el Horeb, cuando el Señor me dijo: Reúne al pueblo en torno mío para que yo le haga oír mis palabras y sepan temerme todos los días de su vida sobre la tierra, y enseñen a hacer otro tanto a sus hijos.


No añadiréis ni suprimiréis nada de las prescripciones que os doy, sino que guardaréis los mandamientos del Señor, vuestro Dios, tal como yo os los prescribo hoy.


para que temas al Señor, tu Dios, tú y tus hijos y tus nietos, guardando todos los días de tu vida todas las leyes y mandamientos que yo te impongo hoy, y de esta manera viváis largos años.


Respetad a todos amad a los hermanos reverenciad a Dios, honrad al rey.


Y una voz que salía del trono, decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, todos sus fieles, pequeños y grandes.


Respetad al Señor y servidle sinceramente con todo vuestro corazón, considerando las grandes cosas que ha hecho por vosotros.


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