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Daniel 9:26 - Biblia Martin Nieto

26 Después de las sesenta y dos semanas, matarán a un ungido inocente. La ciudad y el santuario serán destruidos por un príncipe que ha de venir. Su fin será en un cataclismo, y hasta el final habrá guerra y devastaciones decretadas.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 »Después de este período de sesenta y dos conjuntos de siete, matarán al Ungido sin que parezca haber logrado nada y surgirá un gobernante cuyos ejércitos destruirán la ciudad y el templo. El fin llegará con una inundación; guerra, y la miseria que acarrea, está decretada desde ese momento hasta el fin.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Después de las sesenta y dos semanas, será eliminado un hombre consagrado, sin que se encuentre culpa en él. Llegará un pueblo cuyo jefe destruirá la ciudad y el Templo: todo quedará sumergido y habrá guerras y desastres hasta el fin.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí. Y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el Santuario, pero su fin será como una inundación, y hasta el fin de la guerra han sido decretados asolamientos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Pasadas las sesenta y dos semanas matarán al ungido y nada quedará. Vendrá un príncipe con su tropa y destruirá la ciudad y el santuario. El final será un cataclismo, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones decretadas.

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Daniel 9:26
39 Tagairtí Cros  

Ellos le dijeron: 'Un hombre pretendía destruirnos, exterminarnos y hacernos desaparecer de todo el territorio de Israel;


Siento que me disuelvo como el agua, todos mis huesos se dislocan, mi corazón se ha vuelto como cera, se me deshace dentro de mi pecho;


He aquí que el Señor envía a alguien fuerte, poderoso, como violenta granizada, como funesta tempestad, como aguacero impetuoso, arrasador, y los derribará en tierra con violencia.


Así pues, dejad de burlaros para que no se refuercen vuestras ataduras; pues he oído un decreto de exterminio del Señor Dios todopoderoso para toda la tierra.


Con violencia e injusticia fue apresado; de su causa, ¿quién se cuida? Fue arrancado de la tierra de los vivos, herido de muerte por los pecados de mi pueblo.


el Señor va a hacer subir contra ellos las aguas del río caudalosas y torrenciales: el rey de Asiria con todo su poder. Por todos sus cauces se saldrá, se desbordará por todas sus riberas,


¿Quién era aquel que subía como el Nilo, como torrente de revueltas aguas?


El mar ha invadido a Babilonia, la ha ahogado bajo la masa de sus olas.


Sus hijos se armarán y reunirán un gran ejército, que, irrumpiendo como un río, inundará, pasará y luego se concentrará de nuevo para asaltar su fortaleza.


Concebirá el proyecto de apoderarse de todo el reino del sur; a tal fin, hará un pacto con él y le dará su propia hija como esposa para preparar su propia ruina; pero el proyecto no se logrará y no le saldrá bien.


Las fuerzas enemigas serán completamente derrotadas por él y aniquiladas, así como un jefe del pacto.


Este rey actuará a placer; se hará orgulloso hasta engreírse por encima de toda divinidad; dirá cosas monstruosas contra el Dios de los dioses y prosperará hasta que se haya agotado la cólera, porque lo que está decidido se cumplirá.


Hará un pacto firme con mucha gente durante una semana, y a la mitad de la semana pondrá fin a los sacrificios y a las ofrendas. Y en el templo se cometerá un sacrilegio horrible, hasta que la ruina decretada caiga sobre el devastador'.


Y el Señor le dijo: 'Ponle el nombre de 'No-mipueblo', porque vosotros no sois ya mi pueblo ni yo soy vuestro Dios'.


A causa de esto, ¿no se estremecerá la tierra y harán duelo cuantos en ella habitan? ¿No crecerá toda ella como el Nilo y menguará como el río de Egipto?


El Señor, Dios todopoderoso..., el que toca la tierra y se funde, y se entristecen todos sus habitantes; crece toda ella como el Nilo y mengua como el río de Egipto.


cuando pasa la inundación; pero extermina a quien se alza contra él, hasta en las tinieblas perseguirá a sus enemigos.


'El reino de Dios es semejante a un rey que celebró las bodas de su hijo.


El rey, entonces, se irritó, mandó sus tropas a exterminar a aquellos asesinos e incendió su ciudad.


He aquí que se queda desierta vuestra casa.


Pero él les dijo: '¿Veis todo esto? Os aseguro que no quedará aquí piedra sobre piedra; todo será destruido'.


Jesús le dijo: '¿Ves esos grandes edificios? No quedará aquí piedra sobre piedra; todo será destruido'.


Cuando oigáis hablar de guerras y noticias de batallas, no os alarméis porque es necesario que eso suceda; pero todavía no será el fin.


Él respondió: 'Elías vendrá antes a ponerlo todo en orden. Ahora bien, ¿cómo está escrito que el hijo del hombre tendrá que padecer mucho y ser despreciado?


Caerán al filo de la espada, irán prisioneros a todas las naciones y Jerusalén será pisoteada por los paganos hasta que llegue a su fin el tiempo de los paganos'.


'Llegará un día en que de eso que veis no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido'.


¿No era necesario que Cristo sufriera todo eso para entrar en su gloria?'.


'Estaba escrito que el mesías tenía que sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,


No hablaré ya muchas cosas con vosotros, porque el príncipe de este mundo está para llegar. No tiene poder sobre mí;


Al que no conoció pecado, le hizo pecado en lugar nuestro, para que nosotros seamos en él justicia de Dios.


Cristo nos liberó de la maldición de la ley, haciéndose maldición por nosotros, como dice la Escritura: Maldito el que está colgado en un madero,


Más aún, ésta es vuestra vocación, pues también Cristo sufrió por vosotros, y os dejó ejemplo para que sigáis sus pasos.


él que llevó en su propio cuerpo nuestros pecados sobre la cruz para que, muertos para el pecado, vivamos para la justicia: por sus heridas hemos sido curados.


Pues también Cristo murió una vez por los pecados el justo por los injustos, con el fin de llevarnos a Dios. Sufrió la muerte corporal, pero fue devuelto a la vida espiritual;


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