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Daniel 11:40 - Biblia Martin Nieto

40 Al final se enfrentará a él el rey del sur; pero el rey del norte se levantará contra él con sus carros y jinetes y con numerosas naves, entrará en su país, lo invadirá y lo atravesará.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

40 Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 »Luego, al tiempo del fin, el rey del sur atacará al rey del norte. El rey del norte saldrá precipitadamente en carros de guerra con sus conductores y una enorme armada. Invadirá varios territorios y los arrasará como una inundación.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 En los tiempos del fin, el rey del sur lo atacará; el rey del norte se lanzará contra él con sus carros, sus caballeros y numerosos barcos. Entrará por todos sus territorios, los invadirá y los atravesará.

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Pero al tiempo del fin, el rey del sur arremeterá contra él, y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo y muchas naves, y entrará en los países y pasará sobre ellos como un torrente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 'En el tiempo del fin le hará frente el rey del mediodía, y el rey del norte se lanzará contra él, como un torbellino, con carros, jinetes y numerosas naves; llegará al país y lo invadirá como una inundación.

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Daniel 11:40
24 Tagairtí Cros  

Oráculo sobre el desierto marítimo: Como huracanes atravesando el Negueb, vienen del desierto, de región espantosa.


Son afiladas sus saetas, tensos están todos sus arcos; los cascos de sus caballos son como pedernal, las ruedas de sus carros igual que el huracán.


Pues el Señor viene entre fuego, sus carros como torbellino, para desfogar su cólera en incendio y sus amenazas en ardientes llamas.


Helo aquí que avanza como una nube, sus carros semejan al huracán, más veloces que las águilas sus caballos. ¡Ay de nosotros, estamos perdidos!


yo te haré volver, te pondré garfios en las quijadas; te haré salir con todo tu ejército, caballos y caballeros, todos bien equipados; huestes inmensas con adargas y escudos, todos diestros en el manejo de la espada.


Subirás, llegarás al país como un huracán, como un nubarrón que cubrirá la tierra, tú y todas tus huestes y los numerosos pueblos que están contigo.


Sus hijos se armarán y reunirán un gran ejército, que, irrumpiendo como un río, inundará, pasará y luego se concentrará de nuevo para asaltar su fortaleza.


Entonces el rey del sur, irritado, saldrá y combatirá contra él, contra el rey del norte, el cual movilizará un gran ejército, pero este ejército caerá en manos de aquél.


El rey del norte movilizará de nuevo una multitud más numerosa que la anterior y, al cabo de algunos años, irrumpirá con un gran ejército y con gran aparato.


Las fuerzas enemigas serán completamente derrotadas por él y aniquiladas, así como un jefe del pacto.


Reafirmará sus fuerzas y su corazón, marchando contra el rey del sur con un gran ejército. El rey del sur se aprestará a la guerra con un ejército muy grande y muy poderoso, pero no podrá resistirle, pues se tramarán contra él conspiraciones.


También caerán algunos maestros, a fin de acrisolar, purificar y blanquear a los otros hasta el tiempo fijado, porque aún falta para el tiempo fijado.


Y con la ayuda de este dios extraño construirá fortalezas; a los que le reconozcan los colmará de honores, les dará el mando de muchos y repartirá entre ellos el país como recompensa.


En su lugar surgirá un vástago de sus raíces, que marchará contra el ejército del rey del norte, invadirá su fortaleza y le tratará como vencedor.


Tú, Daniel, mantén en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo prefijado. Muchos andarán perplejos, pero aumentará el saber.


Me respondió: 'Anda, Daniel, que estas palabras han de quedar cerradas y selladas hasta el momento final.


Gabriel se llegó donde yo estaba. Cuando se acercó, quedé espantado y caí de bruces. Él me dijo: Hijo de hombre, entiende que la visión se refiere al tiempo del fin.


Traspasas con tus dardos la cabeza de sus guerreros, que se lanzan como un turbión y se dispersan entre algazara, como si fuesen a devorar al pobre en su cubil.


El Señor aparecerá sobre ellos, y lanzará sus flechas como rayos. El Señor tocará la trompeta y marchará en los torbellinos del sur.


El sexto vertió su copa sobre el río grande, el Éufrates, y sus aguas se secaron, dejando paso libre a los reyes del oriente.


El gran ejército de caballería constaba de doscientos millones: yo oí su número.


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