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2 Reyes 10:5 - Biblia Martin Nieto

5 Así que el mayordomo de palacio, los grandes de la ciudad, los ancianos y los tutores mandaron a decir a Jehú: 'Somos tus siervos; haremos lo que nos mandes. A nadie proclamaremos rey; haz lo que quieras'.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y el mayordomo, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los ayos enviaron a decir a Jehú: Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandes; no elegiremos por rey a ninguno, haz lo que bien te parezca.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Así que los administradores del palacio y de la ciudad, junto con los ancianos y con los tutores de los hijos del rey, enviaron el siguiente mensaje a Jehú: «Somos sus sirvientes y haremos todo lo que nos diga. No proclamaremos rey a nadie; haga lo que mejor le parezca».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 El mayordomo del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los que educaban a los hijos del rey dieron a Jehú esta respuesta: 'Somos tus servidores y haremos todo lo que nos pidas. No proclamaremos rey. Haz lo que mejor te parezca'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y el que estaba sobre el palacio, y el que estaba sobre la ciudad, y los ancianos, y los tutores, enviaron a decir a Jehú: ¡Somos tus siervos y haremos todo lo que nos digas! No proclamaremos rey a nadie; haz lo que te parezca bien ante tus ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Y el mayordomo del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los preceptores enviaron a decirle: 'Somos tus siervos y haremos cuanto nos digas. No proclamaremos rey a nadie; haz tú lo que mejor te parezca'.

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2 Reyes 10:5
11 Tagairtí Cros  

Y ciñeron con sayales los lomos y con cuerdas el cuello, y se presentaron al rey de Israel diciendo: 'Tu servidor Ben Hadad dice: Perdóname la vida, por favor'. El rey respondió: '¿Está aún vivo? Es mi hermano'.


El rey de Israel contestó de esta manera: 'Como lo dices, ¡oh rey, mi señor! tuyo soy y todo lo que tengo'.


Entonces les escribió una segunda carta, diciendo: 'Si estáis conmigo y me obedecéis, tomad las cabezas de los hijos de vuestro señor y mañana, a estas horas, venid a mí a Yezrael'. Los setenta hijos del rey estaban con los grandes de la ciudad que los educaban.


Entonces Ezequías, rey de Judá, envió a Laquis una embajada a decir al rey de Asiria: 'He obrado mal. Retírate de aquí y te pagaré el tributo que me impongas'. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, unos diez mil kilos de plata y mil de oro.


No los escuchéis; someteos al rey de Babilonia y viviréis. ¿Por qué esta ciudad ha de convertirse en un montón de ruinas?


¿Acaso lo he concebido yo o lo he dado a luz para que me digas: Llévalo en tu regazo, como lleva la nodriza al niño a quien da de mamar, hasta la tierra que juraste dar a sus padres?


El que quiera ponerse a mi servicio, que me siga, y donde esté yo allí estará también mi servidor. A quien me sirva, mi Padre lo honrará.


Entonces nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra nos dijeron: Tomad con vosotros víveres para el camino, id a su encuentro y decidles: Somos siervos vuestros, haced un pacto con nosotros.


Respondieron a Josué: 'Somos siervos tuyos'. Y Josué les preguntó: '¿Quiénes sois y de dónde venís?'.


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