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2 Reyes 10:11 - Biblia Martin Nieto

11 Jehú dio muerte también a todos los restantes de la casa de Ajab que había en Yezrael, a todos sus magnates, allegados y sacerdotes, hasta no dejar un superviviente.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Mató entonces Jehú a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus príncipes, a todos sus familiares, y a sus sacerdotes, hasta que no quedó ninguno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Después Jehú mató a los demás parientes de Acab que vivían en Jezreel, a todos sus funcionarios importantes, a sus amigos personales y a sus sacerdotes. Así que a Acab no le quedó ningún descendiente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Jehú dio muerte a todos los que aún estaban vivos de la casa de Ajab en Yizreel: a sus consejeros, sirvientes, sacerdotes; no dejó a nadie con vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y Jehú dio muerte a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus grandes, a sus amigos, y a sus sacerdotes, hasta no dejarles remanente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Así que Jehú hizo matar a todos los que quedaban de la casa de Ajab en Yizreel: a todos sus magnates, a sus familiares y a sus sacerdotes, sin dejar ni un solo superviviente.

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2 Reyes 10:11
25 Tagairtí Cros  

por eso, voy a traer la desventura sobre la casa de Jeroboán: exterminaré de ella a todos los varones, libres o esclavos, y barreré a la casa de Jeroboán como se barre el estiércol, totalmente.


Y apenas subió al trono, exterminó a toda la casa de Jeroboán, matándolos a todos, sin dejar un viviente, como el Señor había dicho por medio de Ajías, el silonita,


Apenas se sentó como rey en el trono, exterminó a toda la casa de Basá, sin dejar vivo ningún varón pariente o amigo,


Ahora bien, manda reunir junto a mí en el monte Carmelo a todo Israel y a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel'.


Elías les dijo: 'Prended a los profetas de Baal. Que no escape ni uno solo'. Los prendieron y Elías los llevó al torrente Quisón y los hizo degollar allí.


Haré de tu casa como de la casa de Jeroboán, hijo de Nabat, o como de la casa de Basá, hijo de Ajías, por haberme irritado y haber hecho pecar a Israel.


'¿Has visto cómo Ajab se ha humillado ante mí? Por eso, no acarrearé la desgracia sobre su casa en sus días, sino en los días de su hijo'.


Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, cuatrocientos, y les dijo: '¿Debo atacar a Ramot de Galaad, o no?'. Respondieron: 'Atácala, porque el Señor la pondrá en tus manos'.


Luego se dirigió a Samaría. En el camino, al pasar por Betacad de los pastores,


Inmoló sobre los altares a todos los sacerdotes de las colinas que había allí, quemó sobre ellos huesos humanos y luego se volvió a Jerusalén.


Exterminarás a la casa de Ajab, tu señor, y yo tomaré venganza en Jezabel de la sangre de mis siervos, los profetas, y de la sangre de todos los siervos del Señor.


Y haré de la casa de Ajab como de la casa de Jeroboán, hijo de Nabat, o de la casa de Basá, hijo de Ajías.


Dios tenía prevista esta visita a Jorán para ruina de Ocozías; pues, a su llegada, salió con Jorán al encuentro de Jehú, hijo de Nimsí, a quien el Señor había ungido para exterminar a la casa de Ajab.


Mientras Jehú hacía justicia con la casa de Ajab, se encontró con los jefes de Judá y los sobrinos de Ocozías, que le prestaban servicio, y los mató.


No tendrá prole ni posteridad en el pueblo, ningún superviviente en sus moradas.


que sus descendientes sean exterminados, que en una generación sea borrado su nombre;


pero a los desviados por senderos tortuosos hazles correr la suerte de los criminales. Paz a Israel.


Anda con los sabios y te harás sabio, el que frecuenta los necios será como ellos.


El Señor le dijo: 'Ponle el nombre de Yezrael, porque dentro de poco haré pagar a la casa de Jehú la sangre derramada en Yezrael y pondré fin al reino de la casa de Israel.


El Señor la entregó también, con su rey, en manos de Israel, que la pasó a filo de espada con todos los que vivían en ella sin dejar un superviviente. Y trató a su rey como había tratado al de Jericó.


El Señor los entregó en manos de Israel, que los derrotó y los persiguió hasta Sidón la Grande y hasta Misrefot, al occidente, y hasta el valle de Mispá, al oriente. Los derrotó de tal forma que no quedó ni un superviviente.


Pero la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta, que con sus prodigios ante la otra bestia había seducido a los que llevaban la marca de la bestia y habían adorado su estatua. Y fueron arrojadas vivas las dos a un estanque de fuego, de azufre ardiente.


El diablo, que lo seducía, fue arrojado al estanque de fuego y de azufre, donde están la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.


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