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2 Crónicas 26:16 - Biblia Martin Nieto

16 Al sentirse poderoso, se llenó de soberbia, lo que fue su perdición. Fue infiel al Señor y entró en el templo a ofrecer incienso sobre el altar de los perfumes.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

16 Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Pero cuando llegó a ser poderoso, Uzías también se volvió orgulloso, lo cual resultó en su ruina. Pecó contra el Señor su Dios cuando entró al santuario del templo del Señor y personalmente quemó incienso sobre el altar del incienso.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Pero una vez fortalecido en su poder, se puso muy orgulloso hasta corromperse; desobedeció a Yavé, su Dios, entrando en el templo de Yavé para quemar incienso sobre el altar del incienso.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Sin embargo, cuando llegó a ser fuerte, su corazón se enalteció hasta corromperse,° y fue infiel a YHVH su Dios, pues llegó a entrar en la Casa de YHVH para quemar incienso sobre el altar del incienso.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Pero al sentirse fuerte, se ensoberbeció su corazón hasta corromperse. Prevaricó contra Yahveh, su Dios, pues entró en el templo de Yahveh para quemar incienso sobre el altar del incienso.

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2 Crónicas 26:16
24 Tagairtí Cros  

El día quince del octavo mes, el mes que él, a capricho suyo, había elegido, subió al altar que había levantado en Betel. Instituyó una fiesta para los israelitas y subió al altar a quemar incienso.


Mientras Jeroboán estaba de pie junto al altar, quemando incienso, un hombre de Dios llegó de Judá a Betel por orden del Señor,


Como has derrotado a Edón, te has engreído. Goza de tu gloria y quédate en tu casa. ¿Por qué quieres acarrearte la desgracia, para que caigas tú y Judá contigo?'.


El Señor castigó al rey, que estuvo leproso hasta su muerte; vivió en una casa aislada, mientras su hijo Jotán estaba al frente del palacio del gobierno de la nación.


Cuando Roboán se consolidó en el reino y se sintió fuerte, abandonó la ley del Señor, y con él todo Israel.


Como has derrotado a Edón, te has engreído. Goza de tu gloria y quédate en tu casa. ¿Por qué quieres acarrearte la desgracia, y que caigas tú y Judá contigo?'.


Sus técnicos construyeron en Jerusalén máquinas lanzaflechas y lanzapiedras, que puso en las torres y en los ángulos de las murallas. Con la ayuda milagrosa de Dios, su poder y su fama fueron muy grandes.


Hizo lo que es justo a los ojos del Señor como su padre Ozías; sólo que no entró en el templo del Señor, pero el pueblo siguió corrompido.


Pero Ezequías no correspondió al favor recibido, sino que se llenó de soberbia, por lo que la ira del Señor se encendió contra él, contra Judá y contra Jerusalén.


El preludio de la ruina es el orgullo; el preludio de la caída, el espíritu altanero.


Después de aniquilar a este ejército, el rey del sur se inflará de soberbia, aplastará aún a millares de hombres, pero no durará su fuerza.


Luego el macho cabrío se hizo extraordinariamente poderoso; pero cuando estaba en la cúspide de su poder, su gran cuerno se partió y, en su lugar, despuntaron otros cuatro bien visibles, hacia los cuatro vientos del cielo.


El que no es justo sucumbirá, pero el justo por su fidelidad vivirá.


Coré, hijo de Yisar, hijo de Quehat, hijo de Leví; Datán y Abirán, hijos de Eliab y On, hijo de Pélet, de los descendientes de Rubén,


Cada uno tomó su incensario, puso fuego y colocó encima el incienso, y se presentaron a la entrada de la tienda de la reunión, juntamente con Moisés y Aarón.


Un fuego que salía del Señor devoró a los 250 hombres que ofrecían el incienso.


poned mañana fuego en ellos, y sobre el fuego, incienso ante el Señor; aquel a quien elija el Señor, ése será consagrado. ¡Y basta ya, hijos de Leví!'.


Éstas recuerdan a los israelitas que ningún laico ajeno a la descendencia de Aarón puede acercarse a ofrecer incienso delante del Señor, si no quiere seguir la suerte de Coré y sus secuaces, tal como el Señor había ordenado por medio de Moisés.


no te ensoberbezcas en tu corazón ni te olvides del Señor, tu Dios, que te ha sacado de Egipto, de la casa de la esclavitud;


Guárdate de decir en tu corazón: Mi fuerza y el poder de mis manos han hecho todo esto.


Que nadie, con simulada humildad o culto de ángeles, os niegue el premio de la victoria, metiéndose en cosas que no ha visto, presumiendo vanamente a la luz de su inteligencia carnal,


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