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2 Corintios 12:14 - Biblia Martin Nieto

14 Por tercera vez estoy a punto de ir a veros, y tampoco seré una carga para vosotros; pues no busco vuestras cosas, sino a vosotros mismos. Porque no son los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos.

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Biblia Reina Valera 1960

14 He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Ahora voy a visitarlos por tercera vez y no les seré una carga. No busco lo que tienen, los busco a ustedes mismos. Después de todo, los hijos no mantienen a los padres. Al contrario, son los padres quienes mantienen a sus hijos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Ahora por tercera vez me preparo para visitarlos, y tampoco seré para ustedes una carga, pues no me intereso por lo que tienen, sino por ustedes mismos; y no son los hijos los que deben juntar dinero para sus padres, sino los padres para sus hijos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Mirad, estoy preparado para ir a vosotros por tercera vez, y no os seré una carga; porque no busco vuestras cosas, sino a vosotros; porque no están obligados a atesorar los hijos para los progenitores, sino los progenitores para los hijos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Pero tampoco ahora, que estoy a punto de visitaros por tercera vez, os seré una carga. Pues no busco vuestras cosas, sino a vosotros mismos. No son los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos.

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2 Corintios 12:14
28 Tagairtí Cros  

El fruto de la justicia es un árbol de vida, y la violencia arranca las vidas.


El hombre de bien deja su herencia a los hijos de sus hijos, las riquezas del injusto están reservadas para el justo.


Casa y hacienda son la herencia de los padres, pero una mujer inteligente es un don del Señor.


'Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel y diles: Pastores, esto dice el Señor Dios: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No es el rebaño al que deben apacentar los pastores?


De nadie he deseado plata, oro o vestidos.


Que nadie busque su propio interés, sino el de los demás.


haced en todo como yo, que me esfuerzo en complacer a todos en todo, no buscando mi interés, sino el de los demás, para que se salven.


Y si alguno tiene hambre, que coma en su casa, y que en vuestras reuniones no haya motivo alguno para castigaros. Lo demás lo arreglaré a mi llegada.


Llegaré allí después de visitar Macedonia, pues quiero pasar por Macedonia.


Pero iré a veros y pronto, si el Señor quiere; entonces me enteraré no de la palabrería de estos engreídos, sino de su valor.


Si otros usan este derecho con vosotros, ¿por qué, y con más razón, no podemos usarlo nosotros? Pero no hemos usado este derecho, y lo hemos soportado todo para no poner obstáculo alguno al evangelio de Cristo.


¿Cuál es, pues, mi recompensa? Que predico el evangelio y lo hago gratuitamente, no haciendo valer mis derechos por la evangelización.


Libre, de hecho, como estoy de todos, me hago esclavo de todos para ganarlos a todos.


Convencido de esto, quise empezar mi viaje por vosotros para haceros una doble visita:


Cuando estaba entre vosotros y necesité algo no fui carga para nadie, pues remediaron mi necesidad los hermanos llegados de Macedonia; me guardé muy bien y me seguiré guardando de ser carga para nadie.


¿En qué habéis sido menos que las demás iglesias, si no es en no haber sido yo una carga para vosotros? ¡Perdonadme este agravio!


Hijos míos, sufro por vosotros como si os estuviera de nuevo dando a luz hasta que Cristo sea formado en vosotros.


Por tanto, hermanos míos queridísimos, mi alegría y mi corona, manteneos firmes en el Señor, queridos míos.


No es que busque que me deis algo; lo que busco es que se acreciente el fruto que redunda en favor vuestro.


Bien sabéis que hemos sido para cada uno de vosotros como un padre para sus hijos;


así, en nuestra ternura hacia vosotros, hubiéramos querido entregaros, al mismo tiempo que el evangelio de Dios, nuestra propia vida. ¡Tanto os queríamos!


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