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Miqueas 7:2 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

2 Ya no hay en este mundo gente buena y que ame a Dios; unos a otros se hacen daño. Solo esperan el momento de matarse unos a otros.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Faltó el misericordioso de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos acechan por sangre; cada cual arma red a su hermano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 La gente que sigue a Dios ha desaparecido; no queda ni una sola persona honrada sobre la tierra. Son todos asesinos; les tienden trampas hasta a sus propios hermanos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Los creyentes han desaparecido del país, y entre sus habitantes no se encuentra ni siquiera un hombre justo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Desapareció el piadoso de la tierra, Y no hay más hombres rectos. Todos acechan para derramar sangre; Cada cual caza a su prójimo con una red.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Desapareció de la tierra el piadoso, no queda un justo entre los hombres: todos acechan para derramar sangre, unos a otros se tienden redes,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 Pereció el hombre bueno de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres: todos acechan por sangre; cada uno caza a su hermano con red.

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Miqueas 7:2
29 Tagairtí Cros  

Siempre se andan escondiendo, como el león en su cueva; siempre están dispuestos a saltar sobre la gente indefensa, y en cuanto la atrapan, la arrastran en su red.


1 (2) Sálvanos, Dios mío, pues ya no hay en este mundo gente que te sea fiel.


2 (3) Todo el mundo dice mentiras y unos a otros se engañan; ahora dicen una cosa, y luego dicen otra.


6 (7) Esa gente me tendió una trampa para hacerme caer en ella. ¡Eso me puso muy triste! Querían que me cayera en ese hoyo, pero ellos fueron los que cayeron.


Tal vez te digan: «Ven con nosotros, ataquemos al primero que pase y quitémosle lo que traiga. Si se muere, que se muera, y que se lo coman los gusanos. ¡Matemos por el gusto de matar!


Cuando habla la gente malvada, tiende trampas mortales; cuando habla la gente buena, libra a otros de la muerte.


La vida se volverá tan difícil que hasta entre amigos se atacarán. Los jóvenes insultarán a los viejos y los pobres a los ricos.


Isaías dijo: «Muere la gente honrada y a nadie le llama la atención; desaparece la gente buena y nadie entiende que la muerte los libra de sus males.


Se apresuran a cometer crímenes y corren a derramar sangre inocente; a su paso quedan solo ruinas.


19 (18) »Dios es el rey del universo, y cuando se enoja todo el país queda destruido. »Nadie se compadece de su hermano;


»Por lo pronto, voy a hacer que vengan muchos enemigos, y que los pesquen como si fueran peces. Después de eso, haré que vengan muchos enemigos y los persigan por todas las montañas y colinas, y hasta en las grietas de las rocas, como si fueran cazadores tras su presa.


Tiene guerreros valientes y cuando disparan sus flechas, es seguro que alguien muere.


Hay entre ustedes gente tan mala, que cuando ponen trampas no lo hacen para cazar pájaros sino para atrapar personas.


Los he escuchado con mucha atención, pero no hay quien diga la verdad, ni quien se arrepienta de su maldad. ¡Nadie admite que ha hecho mal! Todos hacen lo que les da la gana, ¡parecen caballos fuera de control!


Se acerca nuestro fin. No podemos andar libremente, pues por todas partes nos vigilan; ¡nuestros días están contados!


Hay también quienes matan por dinero, y quienes cobran altos intereses a los que les piden dinero prestado. ¡Por maltratar así a su prójimo, se han olvidado de mí! Les juro que así es.


»¡Escúchenme, sacerdotes! ¡Atiéndanme, jefes de Israel! ¡Préstenme atención, familiares del rey! Yo los voy a juzgar y a castigar porque han engañado a mi pueblo. ¡Hicieron a Israel aun más rebelde! Lo obligaron a adorar a otros dioses en los santuarios de Mispá y de Tabor.


En el camino que lleva al santuario de Siquem, los sacerdotes parecen ladrones: se esconden para asaltar y matar a todos los que pasan por allí.


»Si ustedes fueron mi pueblo, ¿por qué ahora son mis enemigos? A los que vuelven de la guerra y van tranquilos por el camino, les arrebatan la ropa;


En Jerusalén y en mi templo los crímenes y la violencia son cosa de todos los días.


»Yo haré lo mismo: ¡no tendré compasión de los habitantes de este país! Dejaré que caigan bajo el poder de las naciones vecinas y del rey que las gobierne. Y aunque su tierra sea destruida por completo, yo no iré en su ayuda. Yo soy el Dios todopoderoso, y juro que así lo haré».


Los judíos que estaban allí presentes aseguraban que todo eso era cierto.


11-15 (12-16) »¡Vea Su Majestad lo que tengo en la mano! Es un pedazo de su manto, que yo mismo corté. Con esto podrá ver Su Majestad que no quiero matarlo. »Yo no le he causado ningún mal a Su Majestad; sin embargo, Su Majestad me anda persiguiendo y quiere matarme, ¡a mí, que no valgo más que un perro muerto o una pulga! »¡Que Dios juzgue entre nosotros dos, y vea quién está haciendo mal! ¡Que Dios castigue a Su Majestad por lo mal que se ha portado conmigo, y no permita que me atrape! »Bien dice el antiguo refrán, que “del malvado solo se puede esperar maldad”. Yo, por mi parte, ¡nunca le haré daño a Su Majestad!


»Ya que Su Majestad me persigue a muerte, como si fuera yo una pulga, o una perdiz en el monte, yo le ruego que al menos no me mate lejos de la tierra de Dios.


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