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Gálatas 6:7 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

7 No crean ustedes que pueden engañar a Dios. Cada uno cosechará lo que haya sembrado.

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Biblia Reina Valera 1960

7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 No se engañen, nadie se burla de Dios: al final cada uno cosechará lo que ha sembrado. El que siembra en la carne, y en la propia, cosechará de la carne corrupción y muerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 No os engañéis; Dios no está siendo burlado, pues lo que el hombre siembre, eso también cosechará.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 No os engañéis: de Dios nadie se burla. Lo que cada uno siembra, eso mismo cosechará.

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Gálatas 6:7
28 Tagairtí Cros  

»Los malvados no debieran engañarse ni confiar en ilusiones, porque de ellas nada sacarán.


He podido comprobar que quien mal anda mal acaba.


Por eso recibirán su merecido: ¡tendrán problemas de sobra!


Las ganancias del malvado no son más que una mentira; la verdadera ganancia consiste en hacer el bien.


Esa gente solo piensa hacer lo malo, y siempre anda provocando pleitos.


la gente que miente en un juicio, y la que provoca pleitos familiares.


Así que no canten victoria antes de tiempo. Se equivocan si creen que los babilonios no van a volver. Yo les aseguro que volverán a atacarlos.


Quizás así se arrepientan de haberme abandonado por adorar a esos ídolos”.


Oseas le dijo al pueblo: «¡Prepárense para buscar a Dios! Ustedes son como un campo nuevo; siembren la semilla de justicia, y tendrán una cosecha de amor. Entonces Dios vendrá y los salvará; será como la lluvia cuando cae sobre la tierra seca.


»Pero ustedes han sembrado maldad; por eso ahora cosechan violencia y comen el fruto de sus mentiras. Pusieron su confianza en el poder de su ejército.


»Si no me obedecen, recibirán su castigo: sus campos no darán frutos; y si llegaran a darlos, servirán de alimento para gente extraña.


»Tú te crees muy importante porque vives entre las rocas; piensas que estás muy seguro por vivir en las altas montañas; crees que nadie podrá derribarte, ¡pero estás muy equivocado!


Pero Abraham le respondió: “Tú eres mi descendiente, pero recuerda que, cuando ustedes vivían, a ti te iba muy bien y a Lázaro le iba muy mal. Ahora, él es feliz aquí, mientras que a ti te toca sufrir.


Jesús les respondió: —¡Cuidado! No se dejen engañar. Muchos vendrán y se harán pasar por mí, diciendo a la gente: “Yo soy el Mesías”, o “Ya ha llegado la hora”. Pero no les hagan caso.


¡No se dejen engañar! Bien dice el dicho, que «Las malas amistades echan a perder las buenas costumbres.»


¡No se engañen a ustedes mismos! Si alguno cree que es muy sabio, y que sabe mucho de las cosas de este mundo, para ser sabio de verdad debe comportarse como un ignorante.


No se dejen engañar. Ustedes bien saben que los que hacen lo malo no participarán en el reino de Dios. Me refiero a los que tienen relaciones sexuales prohibidas, a los que adoran a los ídolos, a los que son infieles en el matrimonio, a los afeminados, a los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, a los ladrones, a los que siempre quieren más de lo que tienen, a los borrachos, a los que hablan mal de los demás, y a los tramposos. Ninguno de ellos participará del reino de Dios.


Acuérdense de esto: «El que da poco, recibe poco; el que da mucho, recibe mucho.»


Si alguien se cree importante, cuando en realidad no lo es, se está engañando a sí mismo.


No se dejen engañar con ideas tontas, pues por cosas así Dios castiga terriblemente a quienes no lo obedecen.


No permitan que nadie los engañe. Ese día no llegará hasta que los enemigos de Dios se rebelen contra él y haya aparecido el hombre malvado, que será destruido.


¡Obedezcan el mensaje de Dios! Si lo escuchan, pero no lo obedecen, se engañan a ustedes mismos y les pasará lo mismo que a quien se mira en un espejo: tan pronto como se va, se olvida de cómo era.


Si alguien se cree muy santo y no cuida sus palabras, se engaña a sí mismo y de nada le sirve tanta religiosidad.


Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no decimos la verdad.


Hijitos míos, ¡que nadie los engañe! Todo el que obedece a Dios es tan justo como lo es Jesús.


Ellos les enseñaron que, en los últimos tiempos, habría gente burlona, que se dejaría controlar por sus malos deseos.


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