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1 Timoteo 2:8 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

8 Deseo que en todas partes los varones dejen de discutir y de enojarse, y que en vez de eso sean buenos cristianos y oren.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Deseo que en cada lugar de adoración los hombres oren con manos santas, levantadas a Dios, y libres de enojo y controversia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Quiero, pues, que en todo lugar donde los hombres estén orando levanten al cielo manos limpias de todo enojo y discusión.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Quiero pues que los varones oren° en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar levantando sus manos piadosas, sin ira ni altercados.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.

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1 Timoteo 2:8
48 Tagairtí Cros  

y le dijo: —Como me pediste sabiduría para saber lo que es bueno, en lugar de pedirme una vida larga, riquezas, o la muerte de tus enemigos,


¿Por qué no aceptan que no soy un malvado, y que es sincera mi oración?


¡Levanten las manos para orar! ¡Dirijan la mirada hacia el altar, y alaben a Dios!


¡Recibe mi oración como una ofrenda de incienso! ¡A ti elevo mis manos como una ofrenda en la tarde!


el que siempre hace lo bueno y jamás piensa hacer lo malo; el que no adora a dioses falsos ni hace juramentos en su nombre.


Dios mío, yo no he hecho nada malo; por eso me acerco a tu altar


Atiende mis ruegos cuando te tienda los brazos para pedirte ayuda.


Cuando se enfermaban, yo me afligía por ellos. Tan grande era mi tristeza que no comía ni me arreglaba. Más bien, le pedía a Dios que el enfermo fuera yo.


4 (5) ¡Mientras viva te alabaré! ¡Alzaré mis manos para alabarte!


Si mis intenciones fueran malas, Dios no me habría escuchado;


A Dios no le agradan las ofrendas de los malvados, pero recibe con agrado las oraciones de la gente buena.


Dios no soporta a los malvados que le traen ofrendas, y no son sinceros.


”Ustedes oran mucho, y al orar levantan las manos, pero yo no los veo ni los escucho. ¡Han matado a tanta gente que las manos que levantan están manchadas de sangre!


Jesús les contestó: —Les aseguro que si ustedes tienen confianza y no dudan del poder de Dios, todo lo que pidan en sus oraciones sucederá. Hasta podrían hacer lo mismo que yo hice con la higuera, y más todavía. Si le dijeran a esta montaña: “Quítate de aquí y échate en el mar”, ella los obedecería.


Pero ahora yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los maltratan.


Perdona el mal que hacemos, así como nosotros perdonamos a los que nos hacen mal.


Poco después, Jesús dijo: «¡Padre, perdona a toda esta gente! ¡Ellos no saben lo que hacen!» Mientras los soldados hacían un sorteo para ver quién de ellos se quedaría con la ropa de Jesús,


Jesús fue con sus discípulos hasta Betania. Allí, levantó sus manos y los bendijo.


Jesús le contestó: —Créeme, mujer, pronto llegará el tiempo cuando, para adorar a Dios, nadie tendrá que venir a este cerro ni ir a Jerusalén.


Cornelio y todos los de su casa amaban y adoraban a Dios. Además, Cornelio ayudaba mucho a los judíos pobres, y siempre oraba a Dios.


y me dijo: “Cornelio, Dios ha escuchado tus oraciones, y ha tomado en cuenta todo lo que has hecho para ayudar a los pobres.


Cornelio sintió miedo, pero miró fijamente al ángel y le respondió: «¿Qué desea mi Señor?» El ángel le dijo: «Dios ha escuchado tus oraciones, y está contento con todo lo que haces para ayudar a los pobres.


Pasados los siete días decidimos seguir nuestro viaje. Todos los hombres, las mujeres y los niños nos acompañaron hasta salir del poblado. Al llegar a la playa, nos arrodillamos y oramos.


Luego cayó de rodillas y gritó con todas sus fuerzas: «Señor, no los castigues por este pecado que cometen conmigo.» Y con estas palabras en sus labios, murió.


Yo preferiría que tanto los solteros como las viudas se quedaran sin casarse como yo; pero a cada uno Dios le ha dado capacidades distintas, a unos de una clase y a otros de otra.


Doy gracias a Dios porque nos hace participar del triunfo de Cristo, y porque nos permite anunciar por todas partes su mensaje, para que así todos lo reconozcan. Anunciar la buena noticia es como ir dejando por todas partes el suave aroma de un perfume. Y nosotros somos ese suave aroma que Cristo ofrece a Dios. Somos como un perfume que da vida a los que creen en Cristo. Por el contrario, para los que no creen somos como un olor mortal. ¿Quién es capaz de cumplir con la tarea que Dios nos ha dejado?


Queridos hermanos, quiero que sepan que lo que me ha pasado, más bien me ha ayudado a anunciar la buena noticia.


Ustedes han anunciado el mensaje de Jesucristo, no solo en esas regiones sino en muchas otras partes. La gente de esos lugares ya sabe que ustedes confían mucho en Dios, y no hace falta que nosotros les digamos nada más.


Por eso, quiero que las viudas jóvenes se vuelvan a casar, y que tengan hijos y se ocupen de cuidar a su familia. Así los que no creen en Jesucristo no podrán criticarnos.


Esto es verdad, y quiero que insistas en enseñarlo, para que los que confían en Dios se dediquen a hacer lo que es bueno. Estas cosas son buenas y ayudan a todos.


Por eso, mantengamos una amistad sincera con Dios, teniendo la plena seguridad de que podemos confiar en él. Porque Cristo nos dejó limpios de pecado, como si nos hubiera lavado con agua pura, y ya estamos libres de culpa.


Háganse amigos de Dios, y él se hará amigo de ustedes. ¡Pecadores, dejen de hacer el mal! Los que quieren amar a Dios, pero también quieren pecar, deben tomar una decisión: o Dios, o el mundo de pecado.


En cuanto a ustedes, los esposos, sean comprensivos con sus esposas. Reconozcan que ellas no tienen la fuerza de ustedes, pero que también a ellas Dios les ha prometido la vida eterna. Si ustedes lo hacen así, Dios escuchará sus oraciones.


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