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Daniel 3:1 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro de sesenta codos de altura por seis codos de anchura y la erigió en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.

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Biblia Reina Valera 1960

1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro que medía veintisiete metros de altura y dos metros y medio de ancho y la levantó sobre la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro de treinta metros de alto por tres metros de ancho y la colocó en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro de sesenta codos de altura y seis codos de ancho, y la hizo levantar en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, la altura de la cual era de sesenta codos, su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.

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Biblia Traducción en Lenguaje Actual

1 El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro. La estatua tenía treinta metros de alto y tres metros de ancho, y fue puesta en el valle de Durá, que está en la provincia de Babilonia.

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Daniel 3:1
29 Tagairtí Cros  

Después de haberse asesorado el rey, mandó fabricar dos becerros de oro, y dijo al pueblo: '¡Basta ya de subir a Jerusalén! Aquí tienes, Israel, a tu Dios, el que te sacó de la tierra de Egipto'.


El año segundo del reinado de Artajerjes el Grande, el día primero del mes de nisán, tuvo un sueño Mardoqueo hijo de Yaír, hijo de Semeí, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín. Mardoqueo era un judío que vivía en la ciudad de Susa, personaje muy importante, que servía en el palacio del rey. Era de los deportados que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado de Jerusalén con Jeconías, rey de Judea. Y éste fue su sueño. Había gritos y alboroto, truenos y terremotos, temblor en la tierra. Y en esto dos grandes dragones avanzaron, uno y otro dispuestos a luchar, y lanzaron un gran rugido. A su rugido, todas las naciones se aprestaron para la guerra, para combatir contra la nación de los justos. Fue un día de tinieblas y de oscuridad, de tribulación y de angustia, de estrago y de gran perturbación sobre la tierra. Toda la nación de los justos se turbó por miedo a tantos males; se disponían a morir y clamaron a Dios. A su clamor, nació como de una pequeña fuente un gran río, agua en abundancia. La luz y el sol se levantaron; los humildes fueron ensalzados y devoraron a los revestidos de gloria. Cuando despertó Mardoqueo, tenía profundamente grabado el sueño y se empeñó a toda costa, hasta llegada la noche, en desentrañar su sentido y lo que Dios se proponía hacer. Mardoqueo vivía en el palacio con Gabat y Tarra, los dos eunucos del rey que custodiaban el palacio. Allí tuvo noticia de sus planes, descubrió sus proyectos y averiguó que se preparaban para poner sus manos sobre el rey Artajerjes. Entonces los denunció al rey. El rey mandó interrogar a los dos eunucos, que después de haberlo confesado, fueron llevados al suplicio. Para memoria de ello, el rey mandó poner estos hechos por escrito, y también Mardoqueo escribió sobre estos sucesos. El rey dio orden de que Mardoqueo desempeñase un cargo en el palacio y le dio regalos por su actuación. Pero Amán, hijo de Hamdatá, del país de Agag[, que gozaba del favor del rey, buscó la manera de hacer daño a Mardoqueo y a su pueblo por el asunto de los dos eunucos del rey. Sucedió en tiempos de Asuero, aquel Asuero que reinó desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias,


Los dioses de las gentes son plata y oro, hechura de la mano de los hombres:


No hagáis junto a mí dioses de plata ni dioses de oro. No los fabriquéis''.


Volvió Moisés a Yahveh y le dijo: 'Ciertamente, este pueblo ha cometido un grave pecado al fabricarse un dios de oro.


Aquel día arrojará el hombre a los topos y a los murciélagos los dioses de plata y los dioses de oro que se había fabricado para adorarlos,


Tendrás por impuros tus ídolos chapados de plata; tirarás como basura tus esculturas recubiertas de oro. ¡Fuera! -les dirás.


Los que malgastan el oro de la bolsa y la plata en la balanza sopesan, contratan a un orfebre que haga con ello un dios, ante él se inclinan, se postran,


con plata laminada, importada de Tarsis, y con oro de Ufaz. Obra del artífice y de las manos del orfebre, su vestido es de púrpura y jacinto; todos ellos productos de artesanos.


¿Puede un hombre fabricarse dioses? ¡Pues entonces no son dioses!


Después, el rey encumbró a Daniel y le colmó de muchos y valiosos regalos. Lo nombró gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia.


Daniel pidió al rey que pusiera al frente de la administración de la provincia de Babilonia a Sidrac, Misac y Abdénago. Daniel permaneció en la corte del rey.


Nabucodonosor tomó la palabra y les dijo: '¿Es verdad, Sidrac, Misac y Abdénago, que no veneráis a mis dioses y no adoráis la estatua de oro que he erigido?


no los guardamos ni procedimos como nos mandaste para nuestro bien.


Te has alzado contra el Señor del cielo; has hecho que te trajeran los vasos de su casa, y habéis bebido vino en ellos tú y tus magnates, tus mujeres y tus concubinas; has venerado a los dioses de plata y de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, y no has glorificado al Dios que tiene en su mano tu hálito vital y todos tus caminos.


Bebieron vino y alabaron a sus dioses de oro de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.


Por eso, aquí estoy yo para cerrar su camino con espinos; la cercaré con setos, para que no encuentre sus senderos.


Entronizaron reyes sin contar conmigo, pusieron príncipes sin saberlo yo. Con su plata y con su oro se hicieron ídolos para su perdición.


¡Ay de quien dice al leño: 'Despierta', a una piedra silenciosa: 'Levántate!'. ¿Responderán acaso? Mirad: está revestido de oro y plata, pero no hay en él señal de vida.


Siendo, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad pueda ser semejante al oro, a la plata o a la piedra, esculpidos por el arte y el pensamiento humano.


Pero ahora estáis viendo y oyendo cómo este Pablo ha convencido y seducido a una gran muchedumbre, no sólo de Éfeso, sino de casi toda Asia, diciendo que no son dioses los que se hacen a mano.


Quemaréis en el fuego las esculturas de sus dioses; no codiciarás la plata y el oro que las recubren, ni te lo apropiarás, no sea que por ello caigas en una trampa, pues es una abominación para Yahveh, tu Dios,


El resto de los hombres, los que no fueron exterminados por estas plagas, no se convirtieron de las obras de sus manos, de modo que no dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro y de plata y de bronce y de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni andar.


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