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Levítico 26:32 - Nueva Biblia Española (1975)

32 Yo asolaré el país, y los enemigos de ustedes, sus ocupantes, se horrorizarán de él.

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Biblia Reina Valera 1960

32 Asolaré también la tierra, y se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

32 Yo mismo devastaré su tierra, y los enemigos que vengan a apoderarse de ella quedarán horrorizados de lo que verán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 Yo devastaré la tierra de tal modo que sus mismos enemigos quedarán admirados y asombrados cuando vengan a ocuparla.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Yo mismo asolaré el país, de modo que queden de ello asombrados vuestros enemigos que en él se establezcan.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 Yo mismo devastaré el país hasta tal punto que vuestros enemigos, que serán quienes lo habiten, se quedarán horrorizados.

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Levítico 26:32
28 Tagairtí Cros  

Este templo será un montón de ruinas; los que pasen se asombrarán y silbarán, comentando: '¿Por qué ha tratado así el Señor a este país y a este templo?'.


Miren al Señor que hiende la tierra y la resquebraja, devasta la superficie y dispersa a sus habitantes:


La dejaré arrasada: no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos; prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella.


Soy testigo: lo ha jurado el Señor de los ejércitos: Sus muchas casas serán arrasadas, sus palacios magníficos quedarán deshabitados,


Pregunté: ¿Hasta cuándo, Señor? Y me contestó; Hasta que se desmoronen las ciudades despobladas y las casas deshabitadas, y queden los campos desolados.


Tus santas ciudades son un desierto, Sión se ha vuelto un desierto, Jerusalén un yermo.


la dejaron desolada, yerma, ¡qué desolación! Todo el país desolado, ¡y a nadie le importaba!


convirtiendo así su tierra en desolación y burla perpetua, los viandantes se espantan y sacuden la cabeza.


Haré de esta ciudad espanto y burla: los que pasen junto a ella se espantarán y silbarán a la vista de tantas heridas.


Toda esta tierra quedará desolada, y las naciones vecinas estarán sometidas al rey de Babilonia durante setenta años.


A Jerusalén y a los pueblos de Judá, a sus reyes y nobles, para convertirlos en desierto desolado, en burla y maldición. Cosa que sucede hoy.


el león abandona su guarida, porque están desoladas las tierras, por el incendio devastador, por el incendio de su ira.


Así dice el Señor: En este lugar del que dicen que está en ruinas, sin hombres ni ganado; en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, ahora desoladas, sin hombres ni ganado,


Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Ustedes han visto todas las calamidades que envié sobre Jerusalén y sobre las ciudades de Judá: ahí las tienen hoy, arruinadas y sin habitantes.


El Señor ya no podía soportar sus malas acciones, las abominaciones que cometían; por eso se convirtió su tierra en ruina y espanto y maldición, sin habitantes hasta hoy:


Convertiré a Jerusalén en escombros, en guarida de chacales, arrasaré los pueblos de Judá dejándolos deshabitados.


No creían los reyes del mundo ni los habitantes del orbe que el enemigo lograría entrar por las puertas de Jerusalén.


porque el Monte Sión está desolado y los zorros se pasean por él.


Será escarnio y afrenta, escarmiento y espanto para los pueblos vecinos, cuando haga en ti justicia con ira y cólera, con castigos despiadados. Yo, el Señor, lo he dicho:


Dios mío, inclina tu oído y escúchame; abre los ojos y mira nuestra desolación y la ciudad que lleva tu nombre; pues, al presentar ante ti nuestra súplica, no confiamos en nuestra justicia, sino en tu gran compasión.


el año primero de su reinado, yo, Daniel, leía atentamente en el libro de las profecías de Jeremías el número de años que Jerusalén había de quedar en ruinas: eran setenta años.


Aunque la higuera no echa yemas y las cepas no dan fruto, aunque el olivo se niega a su tarea y los campos no dan cosechas, aunque se acaban las ovejas del redil y no quedan vacas en el establo;


Cuando vean a Jerusalén sitiada por ejércitos sepan que está cerca su devastación.


Serás el asombro, el refrán y la burla de todos los pueblos adonde te deporte el Señor, tu Dios.


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