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Jeremías 34:10 - Nueva Biblia Española (1975)

10 Todos los nobles y el pueblo aceptaron este pacto de dejar libres cada cual a su esclavo y a su esclava, de modo que ninguno siguiera en esclavitud. Obedecieron, y los pusieron en libertad.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Y cuando oyeron todos los príncipes, y todo el pueblo que había convenido en el pacto de dejar libre cada uno a su siervo y cada uno a su sierva, que ninguno los usase más como siervos, obedecieron, y los dejaron.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Las autoridades y todo el pueblo habían obedecido el mandato del rey,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Todas las autoridades y el pueblo habían entendido el compromiso que tomaban y despidieron a sus esclavos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Cuando los príncipes y los del pueblo oyeron que en el pacto se había convenido dejar libre cada uno a su siervo y a su sierva, y que ninguno los usara más como siervos, obedecieron y los dejaron ir.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Todos los príncipes y todo el pueblo que habían tomado parte en el acuerdo accedieron a dejar en libertad cada uno a su esclavo o a su esclava, para no volver a tenerlos por esclavos; accedieron, pues, y los dejaron en libertad.

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Jeremías 34:10
12 Tagairtí Cros  

Cuando te compres un esclavo hebreo, te servirá seis años y el séptimo marchará libre, sin pagar nada.


Dice el Señor: Ya que este pueblo se me acerca con la boca y me glorifica con los labios, mientras su corazón está lejos de mí, y su culto a mí es precepto humano y rutina,


Se enteraron de todo los dignatarios de Judá y, subiendo del palacio real al templo, se sentaron en el tribunal de la Puerta Nueva.


Los dignatarios y toda la gente dijeron a los sacerdotes y profetas: Este hombre no merece la muerte, pues nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.


Pero después se volvieron atrás, tomaron otra vez a los esclavos y esclavas que habían manumitido y los sometieron de nuevo a esclavitud.


A los dignatarios de Judá y Jerusalén, a los eunucos y sacerdotes, a todo el pueblo que pasó entre las mitades del novillo,


bajó al palacio real, a la habitación del secretario, donde encontró en sesión a los dignatarios: al secretario, Elisama; a Delayas, hijo de Samayas; a Elnatán, hijo de Acbor; a Gamarías, hijo de Safan; a Sedéelas, hijo de Ananías, y a los demás dignatarios.


Y los dignatarios dijeron al rey: Muera ese hombre, porque está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y a todo el pueblo con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.


Santificarán el año cincuenta y promulgarán manumisión en el país para todos sus moradores. Celebrarán jubileo, cada uno recobrará su propiedad y retornará a su familia.


porque Herodes miraba con respeto a Juan, sabiendo que era un hombre recto y santo, y lo tenía protegido. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.


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