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Jeremías 14:12 - Nueva Biblia Española (1975)

12 Si ayunan, no escucharé sus gritos; si ofrecen holocaustos y ofrendas, no los aceptaré; con espada, hambre y peste yo los consumiré.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Cuando ellos ayunen no les prestaré atención. Cuando me presenten sus ofrendas quemadas y las ofrendas de grano, no las aceptaré. En cambio, los devoraré con guerra, hambre y enfermedad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Aunque ayunen, no escucharé su súplica; aunque me presenten holocaustos y ofrendas, no los aceptaré. Al contrario, me preparo para acabar con ellos por la espada, el hambre y la peste.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Cuando ayunen, no escucharé su clamor, y cuando ofrezcan holocaustos y ofrendas de cereal, no los aceptaré, sino que con espada, hambre y pestilencia los consumiré.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Aunque ayunen, no escucho su clamor; aunque ofrezcan holocausto y oblación, no los quiero, sino que voy a acabar con ellos por medio de la espada, del hambre y de la peste'.

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Jeremías 14:12
32 Tagairtí Cros  

¿Oirá Dios sus reclamaciones cuando lo sorprenda la angustia?


entonces llamarán, y no los escucharé; me buscarán, y no me encontrarán.


El Señor aborrece el sacrificio del malvado, la oración de los rectos alcanza su favor.


Los sacrificios del malvado son execrables, y mucho más si los ofrece con cálculo.


Si uno cierra los oídos a la ley, hasta su oración será aborrecible.


¿Para qué ayunar, si no haces caso? ¿Mortificarnos, si tú no te fijas? Miren: el día de ayuno buscan su interés, y apremian a sus servidores;


Por eso, así dice el Señor: Yo les enviaré una calamidad que no podrán rehuir; me gritarán y no los oiré.


Y tú no intercedas por este pueblo, no supliques a gritos por él, que no escucharé cuando me invoquen en la hora aciaga.


El Señor me respondió: Aunque estuvieran delante Moisés y Samuel, no me conmovería por ese pueblo. Despáchalos, que salgan de mi presencia.


Morirán de muerte cruel, no serán llorados ni sepultados, serán corno estiércol sobre el campo, acabarán a espada y de hambre, sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.


Heriré a los habitantes de esta ciudad, hombres y animales, y morirán en una grave epidemia.


Les enviaré la espada, el hambre y la peste, hasta consumirlos en la tierra que les di a ellos y a sus padres.


Mira, los taludes llegan hasta la ciudad para conquistarla, la ciudad está entregada en manos de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y la peste. Sucede lo que anunciaste, y lo estás viendo.


¿Qué me importa el incienso de Sabá y la exótica caña aromada? Sus holocaustos no me agradan, sus sacrificios no me son gratos.


Si intento cosecharlos -oráculo del Señor- no hay racimos en la vid ni higos en la higuera, la hoja está seca; los entregaré a la esclavitud.


los dispersaré por naciones desconocidas de ellos y sus padres, les echaré detrás la espada hasta que los consuma.


Si le envío la peste a ese país y derramo sobre él mi cólera, para extirpar de él hombres y animales,


Pues así dice el Señor: ¡Cuánto más cuando yo mande mis cuatro fatídicas plagas: la espada, el hambre, las fieras salvajes y la peste, contra Jerusalén para extirpar de ella hombres y animales!


Pues también yo actuaré con cólera, no me apiadaré ni perdonaré; me invocarán a voz en grito, pero no los escucharé.


Con ovejas y vacas irán en busca del Señor, sin encontrarlo, pues se ha apartado de ellos;


Detesto y rehusó sus fiestas, no me aplacan sus reuniones litúrgicas;


Pues cuando griten al Señor, no les responderá, les ocultará el rostro entonces por sus malas acciones.


y dijo: 'Como no escucharon cuando yo los llamaba, no los escucharé cuando me llamen'.


Ojala alguien de ustedes les cerrara las puertas, para que no enciendan mi altar sin razón. Ustedes no me agradan y no acepto la ofrenda de sus manos -dice el Señor de los ejércitos-.


Y hacen otra cosa: cubren el altar del Señor de lágrimas, llantos y lamentos, porque no se fija en su ofrenda ni la acepta de sus manos.


En la visión apareció un caballo amarillento'; el jinete se llamaba 'muerte' y el abismo lo seguía. Les dieron potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, hambre, epidemias y con las fieras salvajes.


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