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Ester 2:14 - Nueva Biblia Española (1975)

14 Entraba por la tarde, y a la mañana volvía a un segundo harén, a las órdenes de Sagsegaz, eunuco real, guardián de las concubinas; ya no volvía a presentarse al rey, a no ser que el rey la deseara y la llamara expresamente.

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Biblia Reina Valera 1960

14 Ella venía por la tarde, y a la mañana siguiente volvía a la casa segunda de las mujeres, al cargo de Saasgaz eunuco del rey, guarda de las concubinas; no venía más al rey, salvo si el rey la quería y era llamada por nombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Esa noche la llevaban a las habitaciones privadas del rey, y a la mañana siguiente, la pasaban a un segundo harén, donde vivían las esposas del rey. Allí quedaba al cuidado de Saasgaz, el eunuco del rey que se ocupaba de las concubinas. Jamás volvía a la presencia del rey a menos que a él le hubiera agradado de manera especial y la mandara llamar por su nombre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Llegaba allí de tarde y al día siguiente pasaba a otra casa de las mujeres confiada a Saasgaz, el eunuco del rey encargado de cuidar a las concubinas. Ya no volvía más a ver al rey, salvo que el rey se hubiese enamorado de ella; en ese caso, la mandaba llamar personalmente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Entraba por la tarde, y por la mañana regresaba a un segundo harén, al cuidado de Saasgaz, eunuco del rey y guardián de las concubinas. Y no acudía más al rey, a menos que el rey la deseara, y la mandara a llamar por su nombre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Iba por la tarde, y volvía por la mañana al segundo harén, que estaba bajo la vigilancia de Saasgaz, eunuco del rey, guardián de las concubinas. No volvía ya a presentarse ante el rey, a no ser que el rey manifestara deseo de verla y fuera llamada expresamente.

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Ester 2:14
8 Tagairtí Cros  

y no tardó el muchacho en ejecutarlo, porque quería a la hija de Jacob y él era el más poderoso en casa de su padre.


después, cuando le llegaba el turno de presentarse ante el rey Asuero, le daban todo lo que quería llevar consigo del harén al palacio real.


Cuando a Ester, hija de Abijail, tío de Mardoqueo, su padre adoptivo, le llegó el turno de presentarse al rey, se contentó con lo que dijo Hegeo, eunuco real, guardián de las mujeres. Ester se ganaba a cuantos la veían.


Los funcionarios reales y la gente de las provincias del Imperio saben que, por decreto real, cualquier hombre o mujer que se presente al rey en el patio interior sin haber sido llamado es reo de muerte; a no ser que el rey, extendiendo su cetro de oro, le perdone la vida. Pues bien, hace un mes que el rey no me ha llamado.


Y ahora, así dice el Señor, el que te creó, Jacob; el que te formó, Israel: No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío.


Por mi siervo, Jacob, por Israel, mi elegido. Te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías.


Si más tarde deja de gustarte, la dejarás irse, si quiere, pero no la venderás; no hagas negocio con ella después de haberla humillado.


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