5 se jugó la vida cuando mató al filisteo, y el Señor dio a Israel una gran victoria; bien que te alegraste al verlo. ¡No vayas a pecar derramando sangre inocente, matando a David sin motivo!
5 pues él tomó su vida en su mano, y mató al filisteo, y Jehová dio gran salvación a todo Israel. Tú lo viste, y te alegraste; ¿por qué, pues, pecarás contra la sangre inocente, matando a David sin causa?
5 ¿Te has olvidado de aquella vez cuando arriesgó su vida para matar al gigante filisteo y de cómo el Señor le dio, como resultado, una gran victoria a Israel? Ciertamente estabas muy contento en aquel entonces. ¿Por qué habrías de matar a un hombre inocente como David? ¡No hay ningún motivo en absoluto!
5 Arriesgó su vida para derribar al filisteo y Yavé dio allí una gran victoria a todo Israel. Cuando tú lo viste, te sentías bien contento. ¿Por qué pues pecarías manchándote con sangre inocente si mandas asesinar a David sin razón?'
5 por cuanto él puso su vida en la palma de su mano y mató al filisteo, y YHVH otorgó una gran victoria a todo Israel. Tú lo viste y te alegraste de ello. ¿Por qué entonces quieres pecar contra sangre inocente matando a David sin causa alguna?
5 Expuso su vida y mató al filisteo; y con ello Yahveh concedió una gran victoria a todo Israel. Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué te vas a hacer reo de sangre inocente dando muerte a David sin motivo?'.
pero él estuvo matando filisteos hasta que se le rindió el brazo y la mano se le pegó a la espada. El Señor dio a Israel aquel día una gran victoria; detrás de él el ejército se volvió para saquear. Tercero, Sama, hijo de Ajé, el ararita. Los filisteos se concentraron en La Quijada, donde había una tierra toda sembrada de lentejas; el ejército huyó ante los filisteos,
Los tres irrumpieron en el campamento filisteo, sacaron agua del pozo, junto a la puerta de Belén, y se la llevaron a David. Pero David no quiso bebería, sino que la derramó como obsequio al Señor,
Más que los pelos de mi cabeza son los que me odian sin razón; más duros que mis huesos los que me atacan injustamente. ¿Es que voy a devolver lo que no he robado?
Moisés respondió al pueblo: No tengan miedo; estén firmes y verán la victoria que el Señor les va a conceder hoy; esos egipcios que están viendo hoy, no los volverán a ver jamás.
Pero que conste: si ustedes me matan, se cargan con sangre inocente ustedes y la ciudad y sus vecinos. Porque ciertamente me ha enviado el Señor a ustedes, a predicarles todo lo que he dicho.
Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos cara a la gente, diciendo: Soy inocente de esta sangre. ¡Allá ustedes!
Pero la vida para mí no cuenta, al lado de completar mi carrera y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo de la buena noticia, del favor de Dios.
¿cómo escaparemos nosotros si desestimamos una salvación tan excepcional? Una que fue anunciada al principio por el Señor y que nos han confirmado los que la oyeron,
Entonces, viendo que no había quien me salvara, me jugué la vida, marché contra los amonitas, y el Señor me los entregó. Por tanto, ¿a qué vienen hoy a mí atacándome?
Pero la tropa dijo a Saúl: ¿Cómo va a morir Jonatán, que ha dado esta gran victoria a Israel? ¡De ningún modo! ¡Vive Dios!, que no caerá a tierra ni un pelo de su cabeza; que su hazaña de hoy la ha hecho ayudado por Dios. Así salvaron la vida a Jonatán.