Yo bautizo con agua para arrepentimiento; pero el que viene después de mí, es más fuerte que yo y ni siquiera soy digno de llevar su calzado. Él los bautizará en Espíritu Santo y en fuego.
Mateo 8:8 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia El capitán del ejército romano le contestó: – Señor, no soy digno de que entres a mi casa; solamente di una palabra y mi siervo será sanado. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Biblia Nueva Traducción Viviente —Señor —dijo el oficial—, no soy digno de que entres en mi casa. Tan solo pronuncia la palabra desde donde estás y mi siervo se sanará. Biblia Católica (Latinoamericana) El capitán contestó: 'Señor, ¿quién soy yo para que entres en mi casa? Di no más una palabra y mi sirviente sanará. La Biblia Textual 3a Edicion Pero el centurión, respondiendo, dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo, pero sólo dilo de palabra, y mi siervo será sanado, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Le contestó el centurión: 'Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; bastará con que lo digas y mi criado se curará. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra, y mi siervo sanará. |
Yo bautizo con agua para arrepentimiento; pero el que viene después de mí, es más fuerte que yo y ni siquiera soy digno de llevar su calzado. Él los bautizará en Espíritu Santo y en fuego.
Juan no le quería bautizar, y decía: – Yo tengo la necesidad de ser bautizado por ti, ¿y Tú vienes a mí para que te bautice?
Jesús extendió la mano, le tocó y le dijo: – Quiero; sé limpio. Y al instante, el leproso quedó sano.
Porque yo soy un hombre bajo autoridad, pero a la vez tengo soldados bajo mi mando y le digo a este “vaya, y él va”, y le digo al otro “ven y él viene”, y le digo a mi siervo “haz esto, y él lo hace”.
Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo, pero acéptame como uno de tus trabajadores”.
Y el hijo empezó su discurso al padre: “¡Papá, pequé contra el cielo haciéndote daño a ti, ya no merezco ser llamado hijo tuyo!”.
Cuando Simón Pedro vivió esta experiencia, se arrodilló ante Jesús, diciendo: – ¡Apártate de mí, Señor, pues soy un pecador!
Él viene después de mí, y yo no soy digno ni de desatar la correa de su sandalia.