También Melquisedec, que era rey de Salén y sacerdote del Dios Altísimo, le llevó pan y vino.
Números 24:16 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 ¡es el hombre cuyos ojos están abiertos! El oye las palabras de Dios y tiene conocimiento del Altísimo; él ve lo que el Dios Todopoderoso le ha mostrado. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Dijo el que oyó los dichos de Jehová, Y el que sabe la ciencia del Altísimo, El que vio la visión del Omnipotente; Caído, pero abiertos los ojos: Biblia Nueva Traducción Viviente el mensaje del que oye las palabras de Dios, del que tiene conocimiento dado por el Altísimo, del que ve una visión que proviene del Todopoderoso, y se inclina con los ojos abiertos: Biblia Católica (Latinoamericana) oráculo del que escucha las palabras de Dios
y que posee la ciencia del Altísimo,
que ve lo que el Dios de la Estepa le deja ver,
que se postra, y Dios le abre los ojos. La Biblia Textual 3a Edicion Oráculo del que oye los dichos de Dios, Que conoce la ciencia de ’Elyón,° Y contempla las visiones de Shadday.° Caído, pero con ojos abiertos: Biblia Serafín de Ausejo 1975 oráculo del que oye las palabras de Dios, del que conoce la ciencia del Altísimo; del que ve la visión de Sadday, del que, al caer, se le abren los ojos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) dijo el que oyó las palabras de Dios y entendió el conocimiento del Altísimo; el que vio la visión del Todopoderoso, cayendo en éxtasis, pero con sus ojos abiertos: |
También Melquisedec, que era rey de Salén y sacerdote del Dios Altísimo, le llevó pan y vino.
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: ―Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive siempre de acuerdo con mi voluntad y haz lo correcto,
»Calló, y sus ojos fueron abiertos y vio. Vio el futuro de Israel. ¡Vio salir en la distancia, una estrella de Jacob! Este Gobernador de Israel herirá al pueblo de Moab, y destruirá a los hijos de Set.
el hombre cuyos ojos están abiertos, dice: He oído la palabra del Señor, y he visto lo que el Dios Altísimo me ha mostrado; mis ojos fueron abiertos:
Si tengo el don de profecía y sé absolutamente de todo, y no tengo amor, no soy nada. Y si tengo una fe tan grande que puedo hacer que los montes cambien de lugar, de nada me servirá sin amor.
Y ahora, pasemos a la pregunta en cuanto a si se debe comer o no lo que ha sido sacrificado a los ídolos. Es cierto que todos tenemos conocimiento. Sin embargo, el saberlo todo hace que nos sintamos orgullosos. Lo que se necesita es el amor que edifica.