Yo te diré lo que tienes que decirle; yo los ayudaré a ambos para que hablen bien, y les diré lo que deben hacer.
Números 23:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 ―¿Puedo decir algo distinto de lo que el Señor me ha dicho? Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Él respondió y dijo: ¿No cuidaré de decir lo que Jehová ponga en mi boca? Biblia Nueva Traducción Viviente Pero Balaam respondió: —Yo hablaré solamente el mensaje que el Señor ponga en mi boca. Biblia Católica (Latinoamericana) Respondió: '¿No debo acaso decir lo que Yavé puso en mi boca?' La Biblia Textual 3a Edicion Y él respondió, y dijo: ¿Lo que YHVH pone en mi boca no lo he de proferir? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Contestó él diciendo: '¿No he de tener yo el cuidado de proferir lo que Yahveh pone en mi boca?'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y él respondió, y dijo: ¿No observaré yo lo que Jehová ha puesto en mi boca para decirlo? |
Yo te diré lo que tienes que decirle; yo los ayudaré a ambos para que hablen bien, y les diré lo que deben hacer.
No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones.
Aquella noche el Señor le dijo a Balán: ―Levántate y ve con aquellos hombres, pero harás solamente lo que yo te ordene.
Balán replicó: ―He venido, pero no tengo poder para decir nada, salvo lo que el Señor me diga. Y eso es lo que haré.
Entonces Balac le dijo: ―Ven conmigo a otro lugar. Allí sólo verás una parte del pueblo de Israel. Maldice por lo menos a esa parte.
He recibido orden de bendecirlos, porque Dios los ha bendecido, y esto no puede ser cambiado.
Pero Balán contestó: ―¿No te dije que yo tengo que decir lo que el Señor me diga?
Entonces Balán le dijo al rey: «Quédate junto al altar de los sacrificios y yo iré a ver si el Señor se encuentra conmigo. Entonces te diré lo que él me diga». Subió luego hacia una cumbre solitaria,
que aunque me dieras un palacio lleno de oro y plata, yo no podría contradecir al Señor; te advertí que no podía hablar por mí mismo. Dije que hablaría solamente lo que el Señor me ordenara.
Esos maestros no están trabajando para Cristo nuestro Señor, sino para su propio beneficio. Le hablan a la gente con palabras bonitas y engañan fácilmente a los ingenuos.
Dicen que conocen a Dios, pero en la práctica demuestran no conocerlo. Son odiosos, desobedientes e incapaces de hacer lo bueno.