Haces de los vientos tus mensajeros, y de las llamas de fuego tus servidores.
Mateo 28:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Tenía el aspecto de un relámpago; y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Biblia Nueva Traducción Viviente Su rostro brillaba como un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve. Biblia Católica (Latinoamericana) Su aspecto era como el relámpago y sus ropas blancas como la nieve. La Biblia Textual 3a Edicion Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Su aspecto era como el relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y su aspecto era como relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. |
Haces de los vientos tus mensajeros, y de las llamas de fuego tus servidores.
»Estaba observando, cuando de pronto, fueron puestos tronos y un Anciano cargado de años se sentó para juzgar. Su vestidura era blanca como la nieve, su cabello como la más blanca lana. Se sentó sobre un trono envuelto en llamas con ruedas de fuego ardiente, y
Allí Jesús se transfiguró delante de los discípulos. Su rostro se volvió brillante como el sol, y su ropa blanca como la luz.
Los guardias, temblando de miedo, se quedaron como muertos. Pero el ángel dijo a las mujeres: ―No teman. Sé que buscan a Jesús, el crucificado.
Al entrar en el sepulcro vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado al lado derecho; y las mujeres se asustaron.
Su ropa adquirió un color blanco y resplandeciente. ¡Ningún lavador de la tierra habría podido lograr tanta blancura!
y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies.
Los discípulos seguían con la mirada fija viendo cómo se perdía en las alturas, y en eso, dos varones vestidos de blanco se pusieron junto a ellos.
Vi a otro ángel poderoso descender del cielo envuelto en una nube, con un arco iris sobre la cabeza. El rostro le resplandecía como el sol y sus piernas llameaban como antorchas gigantescas.
Después de esto vi que desde el cielo descendía otro ángel que, cubierto de gran autoridad, iluminó la tierra con su resplandor,