Entonces Eliaquín hijo de Jilquías, el mayordomo, Sebna, el secretario del rey, y Joa hijo de Asaf, el otro secretario, fueron ante el rey Ezequías con su ropa rasgada y le contaron lo que había dicho el Rabsaces asirio.
Mateo 26:65 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 ―¡Blasfemia! —gritó el sumo sacerdote, rasgándose la ropa—. ¿Qué más testigos necesitamos? ¡Él mismo lo ha confesado! ¿Cuál es el veredicto de ustedes? ―¡Que muera!, ¡que muera! —le respondieron. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras en señal de horror y dijo: «¡Blasfemia! ¿Para qué necesitamos más testigos? Todos han oído la blasfemia que dijo. Biblia Católica (Latinoamericana) Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: '¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras blasfemas. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? ¡Ahora mismo habéis oído la blasfemia! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: '¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ahora mismo acabáis de oír la blasfemia. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora habéis oído su blasfemia. |
Entonces Eliaquín hijo de Jilquías, el mayordomo, Sebna, el secretario del rey, y Joa hijo de Asaf, el otro secretario, fueron ante el rey Ezequías con su ropa rasgada y le contaron lo que había dicho el Rabsaces asirio.
Y nadie protestó, sino Elnatán, Delaías y Guemarías. Suplicaron al rey que no quemara el rollo, pero no les hizo caso. Ninguno de los otros dignatarios del rey dio señales de temor o ira por lo que había hecho.
o es jorobado, o enano, o tiene un defecto en el ojo, o tiene sarna o tiña, o tiene los testículos dañados,
dos de los espías, Josué hijo de Nun y Caleb, hijo de Jefone, rasgaron su ropa
«¡Blasfemia!» —pensaron algunos de los maestros religiosos que lo oyeron.
Los fariseos y los maestros de la ley comenzaron a pensar: «¿Quién se cree este, que dice blasfemias? Sólo Dios puede perdonar pecados».
Los judíos le respondieron: ―No te apedreamos por ninguna de ellas sino porque has blasfemado. Tú no eres más que un hombre y te haces pasar por Dios.
¿por qué me acusan de haber blasfemado si el Padre me apartó y me envió al mundo? ¿Me acusan porque dije que soy el Hijo de Dios?
Cuando Bernabé y Pablo se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo, se rasgaron la ropa y se lanzaron entre la multitud gritando: