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Lucas 23:41 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Nosotros merecemos este castigo y sufrimos a causa de nuestros delitos; pero este no ha hecho nada malo.

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Biblia Reina Valera 1960

Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho,

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La Biblia Textual 3a Edicion

Porque nosotros, en verdad, justamente padecemos, porque recibimos° cosas dignas de las que hicimos, pero Éste, nada malo° hizo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Nosotros con justicia; pues estamos recibiendo lo merecido por nuestras fechorías. Pero éste nada malo ha hecho'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas Éste ningún mal hizo.

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Lucas 23:41
19 Tagairtí Cros  

Allí, finalmente, él se dio cuenta de lo que había hecho, y se humilló por completo ante Dios, y le imploró ayuda.


»Y ahora, después de sufrir el castigo del cautiverio por causa de nuestra maldad, reconocemos que el castigo que nos diste fue menos de lo que merecíamos. Al contrario, has sido muy bueno con nosotros, pues has permitido que un grupo de nosotros regrese de la cautividad.


Durante tres horas se les leyó en voz alta la ley de Dios, y durante otras tres horas más estuvieron de pie confesando sus pecados, y adoraron al Señor su Dios.


Oré al Señor mi Dios y le hice esta confesión: »“Oh Señor, tú eres un Dios grande y maravilloso; tú siempre cumples tus promesas de misericordia hacia aquellos que te aman y viven según tus instrucciones.


Mientras Pilato presidía el tribunal, le llegó el siguiente mensaje de su esposa: «No te metas con ese hombre, porque anoche tuve una horrible pesadilla por culpa suya».


Cuando Pilato se dio cuenta de que no estaba logrando nada y que estaba a punto de formarse un disturbio, pidió que le trajeran una palangana de agua y se lavó las manos en presencia de la multitud. Y dijo: ―Soy inocente de la sangre de este hombre. ¡Allá ustedes!


―He pecado entregando a un inocente —declaró. ―Y a nosotros ¿qué nos importa? —le respondieron.


El centurión y los soldados que vigilaban a Jesús, horrorizados por el terremoto y los demás acontecimientos, exclamaron: ―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!


Pero el otro criminal lo reprendió: ―¿Ni siquiera tienes temor de Dios aunque estés sufriendo el mismo castigo?


Luego le dijo: ―Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.


Dios y ustedes saben que esto es cierto. Nos portamos con ustedes los creyentes, de manera santa y justa, y por eso nadie puede reprocharnos nada.


Por eso, obedezcan a Dios. Pónganle resistencia al diablo y él huirá de ustedes.


sino con la preciosa sangre de Cristo, que fue como un cordero sin mancha y sin defecto.


Cuando lo insultaban, él no respondía con insultos. Cuando lo hacían sufrir, no los amenazaba, sino que se entregaba a Dios y dejaba que él juzgara con justicia.